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Murió Pino Solanas, la cultura y la política argentinas sufren una enorme pérdida

El cineasta, intelectual, militante, político, legislador y escritor tenía 84 años. Desde hace varias semanas estaba en un sanatorio de Paris, donde era embajador argentino ante la Unesco. Desde La Hora de los hornos hasta Viaje a los pueblos fumigados, una referencia del cine. Y de la política

Cineasta, intelectual, militante, político, legislador, escritor. Fernando «Pino» Solanas falleció este viernes en París, donde estaba internado desde hace varias semanas tras haberse contagiado covid. Tenía 84 años, y oficiaba como embajador argentino ante la Unesco en la capital francesa.

«Amigos, sigo en terapia intensiva. Mi estado es delicado y estoy bien atendido. Sigo resistiendo. Con mi mujer, Ángela, que también se encuentra internada, queremos agradecer los apoyos a todos. No dejen de cuidarse», había escrito el 21 de octubre pasado en su cuenta de Twitter.

La noticia de su muerte fue confirmada por el Ministerio de Relaciones Exteriores en los primeros minutos de este sábado. «Enorme dolor por Pino Solanas. Murió en cumplimiento de sus funciones como embajador de Argentina ante la UNESCO. Será recordado por su arte, por su compromiso político y por su ética puesta siempre al servicio de un país mejor. Un abrazo a su familia y sus amigos», es el texto de Cancillería.


La militancia política y el arte siempre estuvieron presentes en su vida. La última película que filmó fue el documental Viaje a los pueblos fumigados. Una inmersión al lado oscuro del cultivo intensivo de soja transgénica con agrotóxicos con los argentinos que sufren la consecuencia de ese modelo productivo como protagonistas. Otro viaje de Solanas hacia el país invisible y al de la resistencia.

Solana no le esquivó el cuerpo a la acción por sus ideas. El 22 de mayo de 1991 sufrió seis impactos de bala en tiempos en que denunciaba el saqueo a YPF y las privatizaciones encaradas por la anteúltima andanada neoliberal en la Argentina, la del menemismo.

Cine y liberación

Se había iniciado en el cine como guionista de la mítica El camino hacia la muerte del viejo Reales. Y su primer película no fue una cualquiera, sino una ruptura: La hora de los hornos, un compendio sobre los efectos del imperialismo sobre el país y la resistencia. Un año después, en 1969, encabezó con Octavio Getino el mítico Grupo Cine Liberación.

Junto a Getino, y nada menos que con el protagonismo de Juan Domingo Perón en una extensa y medulosa entrevista. filmó Perón, actualización doctrinaria para la toma del poder, con el líder exiliado en Madrid.


Durante el corto interregno democrático de 1973 a 1976, filmó Los hijos de Fierro. No podía ser de otra manera, la violencia política ya instalada en el Estado con López Rega tras la muerte de Perón lo obligaron al exilio en 1975, tras las amenazas de muerte de la Triple A. Sufrió un intento de secuestro, pero pudo irse y se radicó en París. En la capital francesa, donde falleció este viernes, filmó entonces el documental La mirada de los otros.

La hora de la vuelta a la democracia

De nuevo con la democracia en la Argentina, llegó el turno de la premiada Tangos… el exilio de Gardel, que presentó en 1985. Y de Sur, tres años después, con la que ganó el premio al mejor director en Cannes.

Tras el atentado a balazos de mayo de 1991, se incorporó de lleno a la pelea política partidaria, no a la política que transitaba desde siempre con los códigos del arte.

En 1992 fue candidato a senador en la ciudad de Buenos Aires y un año después lo eligieron diputado por el Frente Grande, que compartía con Carlos Chacho Álvarez. En 1994 el Frente ganó la elección porteña para la Convención Constituyente nacida del acuerdo entre Carlos Menem y Raúl Alfonsín.

La sociedad política con Chacho se rompió, Pino abandonó el Frente Grande y volvió a la pantalla grande. Presentó El Viaje y La nube, dos filmes con el trasfondo del primer experimento neoliberal en el país, el de Carlos Menem.

En 2003, presentó Memorias del saqueo, el documental que reflejó la crisis de 2001. Dos años después, La dignidad de los nadies, premiada en Montreal, Venecia, Valladolid y La Habana.


En 2007 fue candidato a presidente por Proyecto Sur, tiempos de crítica a varias políticas del kirchnerismo en el poder. Obtuvo el 1,6 por ciento de los votos. Al año siguiente, estrenó La próxima estación, un fresco de las condiciones del servicio ferroviario nunca repuesto de la ola de desguace menemista.

Lo eligieron diputado en 2009 con el 24 por ciento de los votos, solo detrás de Gabriela Michetti, la candidata del PRO. En 2013 confluyó en UNEN con la Coalición Cívica Ari, la Unión Cívica Radical, Libres del Sur, GEN y el Partido Socialista. Junto con Fernanda Reyes, le ganó la interna a Rodolfo Terragno y a Alfonso Prat Gay, por lo que terminó siendo elegido senador. Elisa Carrió fue la cabeza de la lista de la coalición en Diputados.

Fue senador nacional desde entonces hasta 2019. Los dos primeros años ejerció la oposición al peronismo, pero con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada fue de a poco modificando su relación con sus antiguos compañeros hasta integrarse en el Frente de Todos porteño, que impulsó decididamente ante la posibilidad de una continuidad del macrismo en el poder. En el medio, participó de debates fundamentales como el del aborto, cuando pronunció un recordado discurso a pesar de la derrota en el Senado.


Fue candidato a primer diputado por la ciudad de Buenos Aires por el Frente de Todos, alcanzó el 35 por ciento de los votos y antes de asumir aceptó representar al país ante la Unesco, un pedido especial del presidente Alberto Fernández. Fue así que volvió al París de su exilio en 1975. Y la ciudad de las luces fue testigo de cómo se apagó la suya, alcanzada por el virus de la pandemia.

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