La estadounidense Naomi Parker Fraley, que inspiró el icónico póster belicisita en tiempos de la Segunda Guerra Mundial “Rosie the Riveter” (Rosie, la remachadora), que más tarde cobró nuevo sentido convirtiéndose en un símbolo feminista, murió a los 96 años.
“¡Podemos hacerlo!”, reza el cartel de propaganda de guerra, que en llamativos colores primarios presenta a una joven que muestra sus bíceps con un overol azul de obrera y un distintivo pañuelo de lunares rojo y blanco.
La imagen, que busca promover el trabajo de las mujeres, se publicó en fábricas estadounidenses en 1943 para combatir el ausentismo y desalentar los llamados a huelgas.
We Can Do It! fue creado por J. Howard Miller en 1943 para Westinghouse Electric, como una imagen inspiradora para levantar la moral de los trabajadores. Se piensa generalmente que el cartel está basado en una fotografía en blanco y negro de un servicio de cable tomada a una trabajadora de una fábrica de Michigan llamada Naomi Parker Fraley, quien realmente inspiró la imagen, ya que se creyó durante décadas que era Geraldine Doyle, quien se había atribuido la imagen.
Originalmente el cartel, que además del logo de Westinghouse lleva la firma del Comité de Coordinación de la Producción de Guerra, fue muy poco visto durante la contienda mundial.
En cambio, fue redescubierto a comienzos de la década de 1980 y ampliamente reproducido en muchas formas, a menudo llamado “We Can Do It!” pero también “Rosie the Riveter”, que es la figura emblemática de una fuerte trabajadora de la producción en el periodo de la guerra. La imagen fue utilizada para promover el feminismo y otras cuestiones políticas y de derechos de las mujeres a partir de entonces.
Convertido en un icono del trabajo femenino, destierra la imagen de la mujer en su hogar y más el apelativo de “sexo débil”.
Desde entonces ha sido copiado, imitado y parodiado innumerables veces, y regularmente aparece en manifestaciones feministas.
La imagen fue tapa de la revista Smithsonian en 1994 y también se convirtió en una estampilla postal de primera clase de Estados Unidos en 1999. Y una década después, en 2008, volvió a resurgir como instrumento de campaña para varios políticos estadounidenses, y hasta fue reelaborado por un artista en 2010 para celebrar a la primera mujer en convertirse en primera ministra de Australia.
Desde su origen hasta ahora, el cartel es una de las diez imágenes más solicitadas en los Archivos Nacionales y Administración de Documentos de los Estados Unidos.
El año pasado, la revista The New Yorker publicó una versión del famoso póster con una mujer negra en la misma pose que la del original, pero con el pañuelo reemplazado por un “pussy hat”, el sombrero rosado de dos puntas usado durante las marchas masivas de mujeres en protesta por la llegada al poder del presidente Donald Trump.
El reconocimiento, en vida
Fraley, cuya nuera Marnie Blankenship confirmó el lunes su muerte –ocurrida el sábado 20– en el diario New York Times, durante décadas no había sido reconocida como la modelo del póster. Durante muchos años, otra obrera, Geraldine Hoff Doyle, fue identificada erróneamente como la mujer representada en el cartel.
El investigador James Kimble, de la Universidad Seton Hall de Nueva Jersey, publicó en 2016 un informe respaldando la reivindicación de Fraley de haber sido la verdadera inspiración de la imagen.
El académico descubrió una fotografía en blanco y negro de 1942 que mostraba a Fraley, entonces de 20 años, luciendo el mismo pañuelo de lunares del póster, que le retenía el cabello mientras operaba una máquina en la fábrica de equipos militares de Alameda, California, donde trabajaba.
“Las mujeres de este país en estos días necesitan algunos íconos”, dijo Fraley a la revista People en 2016. “Si creen que soy uno, estoy feliz”, completó. Tenía entonces 95 años.
Fuera de su tiempo
Después de su redescubrimiento, los observadores a menudo asumieron que la imagen siempre se utilizó como una llamada a inspirar a las trabajadoras a unirse al esfuerzo de la guerra. Sin embargo, durante la guerra la imagen era estrictamente interna de Westinghouse, mostrada sólo durante febrero de 1943, y no era para difundir vacantes sino para exhortar a las mujeres ya contratadas a trabajar más duro. Cuatro décadas después, las feministas y otros colectivos aprovecharon la actitud desafiante y el mensaje evidente del original para rehacer la imagen en muchas formas, impulsando el autoempoderamiento, graficando campañas de promoción de derechos, y más. Pero también se utilizó en publicidad y en parodias, en sentido inverso al propuesto.