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Museo “30 de julio” de Peyrano: en una muestra recrearon ese universo del pasado de nuestros pueblos

“Nos interesaba el acercamiento a las piezas como uno lo hace en una tienda, sin mediación. Lo que hicimos fue construir a medida los maniquíes para que sean lo más fieles posibles a los cuerpos de esas mujeres de aquella época”, aclararon desde el museo

Especial para El Ciudadano

Hubo un tiempo en que en los pueblos de la campaña del sur santafesino, desde fines del siglo XIX hasta entrada la década de 1930, tanto los colonos como “la gente del pueblo” hacía su compras en almacenes de ramos generales, unos mercados que ofrecían desde artículos comestibles, bienes muebles, servicios, acopio de cereales y, también la vestimenta.

Es cierto, en esa época no era habitual comprar constantemente ropa. En la década de 1940 el consumo popular se expandió y fueron apareciendo grandes tiendas al estilo de las que existían en Rosario.

Así nació en Peyrano la tienda La Imperial en una esquina que se volvió una referencia importante para los vecinos. Al mismo tiempo, tomó cuerpo la simbología en torno a los casamientos y los vestidos de novia ocuparon un lugar destacado. En la muestra “Vestidas para la historia, colección de vestidos de novia del museo 1930-1988”, presentada el pasado viernes 14, los directores del Museo “30 de julio” de Peyrano, Gabriela Della Santa y Carlos Tellechea recrearon ese universo del pasado de nuestros pueblos cuyos protagonistas, muchos de ellos presentes, resisten a dejar en el olvido.

Un tríptico con nostalgia

“La exposición tiene tres partes. La puesta en valor de los vestidos de boda, la recuperación y reapertura de una esquina histórica de nuestro pueblo y la revalorización de estas mujeres del pueblo de las que quizás sólo se conservan sus vestidos”, expresó Carlos Tellechea.

“Nos interesaba el acercamiento a las piezas como uno lo hace en una tienda, sin mediación. Lo que hicimos fue construir a medida los maniquíes para que sean lo más fieles posibles a los cuerpos de esas mujeres”, aclararon desde el museo las razones por las cuales la muestra fue en otro sitio de Peyrano.

En total, se exhibieron 19 vestidos que son de la colección del museo, además de otros objetos que formaban parte de los preparativos y las ceremonias matrimoniales, y la muestra fue acompañada con un audiovisual que fue presentado el pasado viernes 14 de abril.

Cuestión de géneros

Al igual que Jane Austen nos mostró el lugar que ocupaban las mujeres a través del matrimonio en la Inglaterra de principios del 1800, los vestidos de novia reflejan el rol del género femenino en nuestras propias sociedades. Sin embargo, a diferencia de la clase alta inglesa, las mujeres de pueblo recreaban un importante ritual en torno a la vestimenta matrimonial que incluía a familiares y amigas, además del oficio que habían adoptado alguna de ellas, modista o costurera.

“La vinculación con la tienda se da porque muchas de las novias compraban materiales y géneros en ese local”, señala Tellechea dejando en claro que desde la compra de la tela y otros elementos hasta la foto tradicional junto al novio cortando la torta, habiendo pasado por la propia confección de los vestidos, entre otras actividades, formaba parte de ese ceremonial que ubicaba a las mujeres en la sociedad de esa época.

El paso del tiempo fue opacando esa costumbre que se había vuelto cultura. La inserción fuerte del mercado en los años 90 con el “prêt-à-porter”, es decir “la ropa de marca”, y los cambios en torno a cómo concebir el matrimonio, desdibujaron o cambiaron el sentido de esas ceremonias.

Más allá de esto, hoy persisten algunos protagonistas de esas épocas que nos dejan una imagen de matrimonios felices en torno a la torta de casamiento.

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