Se espera por estos días, con algo de incertidumbre pero con esperanzas, la reapertura de los museos del país y la ciudad de Rosario no escapa a ese trabajo de estudio, preparación y protocolo de prevención. De hecho, está en marcha la elaboración de un protocolo pospandemia que servirá de base a todos los museos del país, de Ushuaia a La Quiaca, a cargo de la flamante Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (Rame), fundada por el Malba, Fundación Proa, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
El director del Museo de Bellas Artes de Capital Federal, Andrés Duprat participó en un debate online protagonizado por referentes de museos de España, Italia y Francia, en el que se compartieron experiencias, debatieron estrategias comunes y plantearon los desafíos de los museos en la actualidad. En Rosario se está analizando cada punto del protocolo de cara a la postpandemia tanto en los museos municipales como en las bibliotecas para la visita del público.
Sebastián Bosch, director general de Museos y Bibliotecas de la Municipalidad de Rosario, explicó a El Ciudadano que así como se estudió el plan en España, cada museo va tomando ese modelo y lo adapta a sus necesidades. Es más, el trabajo pospandemia constará de cuatro fases, aunque lamentó aún no poder dar fechas ni siquiera aproximadas de cada una, debido a que no está todo dicho en cuanto a la circulación del virus en la ciudad.
Lo concreto es que este protocolo se podrá poner en marcha para que el público se pueda reencontrar con la cultura, cara a cara, en los museos Juan B Castagino, Macro, De la Ciudad Wladimir Mikielievich, de la Memoria, el de Arte Decorativo Firma y Odilo Estevez, el Complejo Astronómico Municipal, el Cel Che, el Centro Audiovisual de Rosario, la Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez y la Biblioteca Pública Municipal José Manuel Estrada.
Volviendo al director del Museo Nacional de Bellas Artes Andrés Duprat, fue él quien presentó en el mencionado debate online la creación de un protocolo detallado que puntualiza las diferentes medidas y escenarios posibles para preservar la salud de visitantes y trabajadores. Se trata de la primera medida de la nueva red federal de museos del país, denominada con la sigla Rame, que nuclea a instituciones municipales, provinciales y nacionales, tanto públicas como privadas.
Si bien el uso obligatorio de barbijos o tapabocas, la señalización en el piso para mantener la distancia de dos metros, limitar la asistencia de los visitantes a una persona cada 16 metros cuadrados (es decir, ocupar un tercio de la capacidad del lugar), la reserva previa de tickets vía web, horarios de ingreso prefijados, proporcionar desinfectante para manos en cada sala del museo, eliminar los recursos de alto contacto (como audioguías) y suspender las visitas grupales y crear un plan de contingencia ante a la aparición de algún caso positivo de covid-19 son algunos de los ejes indicados en el protocolo general, en Rosario se están analizando también temas específicos para cada uno de los espacios locales.
Paso a paso
Sebastián Bosch señaló que en Rosario la etapa cero consiste en la preparación de los espacios cerrados. Es decir, si bien hubo entre dos y tres personas trabajando en cada institución, ante la creación del protocolo pospandemia se realiza la apertura a partir de esta semana de cada entidad y se estudian las condiciones edilicias y sanitarias que se tienen o necesitan para aquella espera al ingreso del público, incluso la incorporación de equipos o estructuras que ayuden a cumplir el protocolo.
La fase 1 será el ingreso escalonado de los trabajadores al lugar, de acuerdo a su función y relevancia, mientras que la fase 2 habilitará la apertura al público con régimen de visitas otorgados por turnos. Ya la tercera y última fase tendrá que ver con el ingreso al público, “en esta nueva normalidad que, francamente, no sabemos cómo será”, expresó Bosch.
Entre las dificultades de crear y aplicar determinados protocolos de sanitización están, por mencionar un ejemplo, los libros de las bibliotecas, tanto la Argentina como la Municipal, según lo expuesto por Bosch: “Es un tema complicado porque en principios cada uno que vaya a hacer uso del espacio deberá llevar su propio libro. Si bien no está definido, manejamos la posibilidad de no prestar ejemplares por el momento, dado que ese libro, al ser devuelto, deberá quedar 14 días en cuarentena antes de ser entregado a un nuevo lector, porque bien puede tener el virus entre sus páginas”.
“Algunos especialistas afirman que el virus en el papel puede permanecer dos días, otros siete y otros dicen que catorce. Para evitar un contagio vamos a tomar la opción de la mayor cantidad de días, y estar seguros, por lo tanto serán catorce”, amplió. Y agregó: “Aún queda por estudiar cómo y con qué se aplicará la sanitización en los museos, porque no podemos rociar con cloro las piezas de colección como tampoco sus paredes”.
A la calle en cuarentena
Si bien los organismos culturales de la municipalidad permanecieron cerrados al público, hubo propuestas que presentaron trabajos, producciones y hasta muestras en las plataformas virtuales de cada espacio. Incluso los museos Macro y Castagnino tienen la opción, si el espectador lo requiere, de tener una videollamada con un guía para que lo acompañen en el recorrido por la muestra virtual en cuestión. Además, desde la Secretaría de Cultura municipal se trabajó en conjunto con Promoción Social en la asistencia cultural a las personas que estaban en situación de calle y pasan la cuarentena en los refugios municipales. Parte de estas actividades, “para amenizar sus días de encierro”, según lo expresado por Bosch, tuvieron que ver con la presentación de mini espectáculos en los polideportivos de la ciudad y en un par de supermercados rosarinos, además de la entrega de tapabocas que tenían impreso un diseño elegido por el personal de cada museo.
“La más representativa fue la del 18 de mayo cuando celebramos el Día de los Museos. Fue una propuesta muy sencilla y pequeña, siempre con la intención de acercar la cultura, en este caso a los que estaban refugiados. Fue así como personal del Museo de la Memoria, Castagnino y Macro trabajaron junto al Club Caranchos, el refugio de Grandoli y Ayolas y los supermercados La Reina y Arcoíris para regalarles un encuentro con distancia y cuidados, pero muy alegre”, recordó Bosch.