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Música y color en la noche del aguante a la ley de aborto

El festival de calle Callao aglutina una gran parte de la masa. Entre las bandas se cuela la trasmisión del debate. Cuando habla un diputado o una diputada en contra aturden los chiflidos. Cuando lo hacen a favor la marea acompaña con aplausos y más cantos

La disposición de la plaza del Congreso deja una foto. A las vallas que separan a los dos sectores se suma el centro de la plaza, liberado y vacío. Desde arriba la foto es el orden y el equilibrio de las partes. De un lado los devotos del color celeste llenan el espacio de a poco. Del otro el verde de Rivadavia explota por los márgenes. Las camionetas de los canales de televisión nacionales e internacionales se mezclan con el humo de los puestos de comida y el color de la feria feminista. Abajo y adentro, las calles de los alrededores del Congreso están desbordadas. En cada rincón caminar es flotar en una marea. En cualquier calle paralela y perpendicular mujeres, lesbianas, travestis, trans y varones marchan en masa con el pañuelo verde al cuello. Hay murgas barriales, intervenciones de colectivos artísticos, columnas estudiantiles, baile, canto y glitter por todos lados. Las chicas se pintan los labios y los ojos y se llenan de glitter y strass. Algunas se animan al color verde hasta en el pelo. Muchas llevan carteles hechos a mano con distintas consignas alusivas al derecho a decidir y a la autonomía de las mujeres.

Producción fotográfica: Ana Isla – Enviada Especial

El festival de calle Callao aglutina una gran parte de la masa. Entre las bandas se cuela la trasmisión del debate. Cuando habla un diputado o una diputada en contra aturden los chiflidos. Cuando lo hacen a favor la marea acompaña con aplausos y más cantos.

En el escenario arengan y leen testimonios y mensajes que llegan de todo el país. Pasan fragmentos de las exposiciones de referentes y especialistas que pasaron durante dos meses por el Congreso. Se escucha a Ofelia Fernández, la líder estudiantil que cerró su discurso ante los diputados con la frase que se hizo remera: «Lo único más grande que el amor a la libertad es el odio a quien te la quita».

Seguir el debate desde la calle es difícil. Los datos móviles y las conexiones wi fi explotan. La información circula igual. De los grupos de Whatsapp de las que no viajaron llegan conteos, tuits impresiones, indignaciones y memes. Uno de los discursos más esperados es el de Luís Contigiani. En una carpa de una agrupación de izquierda transmiten con intermitencias en la señal el debate. Cuando el santafesino empieza a hablar desde un micrófono lo anuncian como el diputado socialista que vota contra las mujeres. A los diez segundos de discurso, la señal se corta y pasan música.

A las 18 Llega la noticia de que la diputada radical Roxana Reyes dice en TN que cambia su voto. «Voy a votar a favor de la despenalización, por razones de salud pública». La noticia circula y se festeja. Nadie está seguro del conteo pero cada voto es un triunfo. “En Economía Feminista dicen que estamos un voto arriba, nueve indecisos, dos abstenciones, dos ausentes», cuenta una chica colorada al grupo de amigos cuando engancha una línea de señal. Adentro sigue el voto a voto y el empate técnico. Afuera se preparan para la noche de vigilia con baile y más cantos. Saben que nada está definido pero no importa. Corre la seguridad de que el aborto ya es legal. Sólo es cuestión de tiempo.

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