Edición Impresa

Vida y Plenitud

Nada pasa por casualidad

Todo lo que nos sucede en la vida ocurre por algún motivo, sostiene al autor, quien enumera las cuatro “leyes de la espiritualidad” del maestro Sai Baba de la India. Ninguna persona llega a nuestras vidas por azar: “Están por algo”.


Escuchamos todo el tiempo hablar de las casualidades, pero… ¿existe la casualidad? Realmente no, nada sucede porque sí… la verdad es que la casualidad no existe. Todo es “causal”, nada es “casual”. Todo lo que llega a nuestras vidas, cada situación por la que pasamos, es por algún motivo.

Sai Baba en la India enseña las “cuatro leyes de la espiritualidad” que hablan justamente sobre esto. La primera dice: “La persona que llega es la persona correcta”, es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

La segunda ley dice: “Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “Si hubiera hecho tal cosa… hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante.

Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. La tercera dice: “En cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. Y la cuarta y última: “Cuando algo termina, termina”. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.

Amigos queridos, los dejamos con estas reflexiones, y por supuesto creemos que no es casual que estén leyendo esto, si este texto llegó a sus vidas hoy, es porque están preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado. Y recuerden siempre: somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.

No depender de nadie

La mayoría de las personas vive deseando sólo lo que ven los sentidos afuera. ¿Qué ropa compro hoy en el shopping?, o ¿quién me amará esta noche aunque sea por un rato?, o ¿quién vendrá a mi vida? Será, quizás, quién llenará los huecos de mi carencia; mi propio vacío. Ya no importa que “yo llegue” a mi vida; lo más importante para mí es que “otro llegue” y oculte un poco mi vacío existencial.

Entonces, cuando los otros se van, me abandonan, o se mueran, yo lloraré desesperado diciendo: “Qué horror, se me fue dejándome tan solo… qué será de mi ahora?”

Dejemos de autoengañarnos por un instante. Porque la partida del otro lo único que hace es reflejar el vacío profundo de mi existencia. Que sólo siento más o menos cubierta cuando los demás andan por allí a mi alrededor. Y si de paso hacen lo que yo quiero, tanto mejor; si no lo hacen igual yo “aguanto” heroico porque soy muy espiritual, con mi “octavo” nivel de reiki… y con mis ciento ocho técnicas para repetir el nombre del señor en mis meditaciones. Además, recién vengo del Uritorco; vi las naves extraterrestres… Entonces una pregunta provocadora sería: ¿y para qué vas al Uritorco a ver las naves? “Para ver si me rescatan el día de mañana…”.

Comentarios

10