Desde el barrio Larrea, allí en la zona industrial de Fisherton, Nadia Podoroska acuñó sus sueños de tenis, sus anhelos deportivos y construyó una carrera que en este 2020 tan extraño y convulsionado sólo le está devolviendo alegrías. Su consagración en Saint Malo le permitió subir al puesto 130 del ranking y sumar su tercera corona de la campaña después de los éxitos en Malibú (Estados Unidos), y Petit Bourg (Guadalupe). Si algo le faltaba a la carta de presentación es la medalla dorada en los Panamericanos Lima y el pasaje a los Juegos de Tokio. ¿Demasiado? No, premio al esfuerzo permanente para mejorar de una joven de 23 años que durante la cuarentena llegó a entrenarse jugando contra un colchón apoyado en la pared de su casa. Sabe que atraviesa un momento positivo, pero también recuerda al detalle todo lo que hizo para llegar hasta allí.
—¿A qué le atribuís este gran momento de tu carrera?
—Se lo atribuyo al trabajo que venimos haciendo junto con todo mi equipo hace más de un año. Nos esforzamos mucho en mi manera de jugar y en mi estrategia. Mejoré también mucho en el aspecto mental, en conocerme un poco más, saber manejar los nervios y las emociones.
—¿Y en lo físico?
—En la parte física también mejoré mucho. Venía teniendo lesiones y en estas semanas pude jugar un montón de partidos seguidos y sin dolores. Todo esto que se está dando en el último tiempo me da mucha confianza.
—En los últimos torneos ganaste varios tie breaks y puntos clave. ¿Es por esa confianza?
— La confianza ayuda siempre. Ganar partidos te da seguridad a la hora de ejecutar un golpe, pero más que nada es el orden de las jugadas, saber qué quiero hacer adentro de la cancha. Tenerlo claro ayuda muchísimo en momentos de tensión.
—¿Cómo fue el entrenamiento durante la cuarentena para no perder el buen estado de ese gran inicio de año que tuviste?
—Los primeros meses que estuve en Argentina entrené en mi casa sobre todo en lo físico, casi tres horas diarias. Después jugaba con un colchón en la pared (se ríe) para hacer unos movimientos de tenis, pero sólo para eso. Hice muchos ejercicios de flexibilidad, estiramientos. Ah, y concentración y meditación. Sirvió para trabajar esos aspectos que en competencia o con la vorágine del circuito son más difíciles llevar adelante. Pude aprovechar ese tiempo de cuarentena.
El salto en el escalafón mundial no le movió el piso. Estar en la conversación importante en los últimos certámenes (semifinales en Praga) tampoco. Por eso la mención a Roland Garros es meramente informativa, sale natural como una etapa más del calendario planeado. Está claro que la procesión y la ilusión van por dentro.
—El lunes se dio a conocer el ranking de la WTA y llegaste al puesto 130, con un salto de 35 lugares y el escalón más alto de tu carrera. ¿Te generó algo especial?
—La realidad es que lo del ranking significa que vengo haciendo las cosas bien, progresando. Trato de no mirar mucho los puntos ni estar pendiente de eso, sino enfocarme en cómo estoy entrenando, cómo estoy compitiendo, cómo está mi juego y la toma de decisiones. El ranking en definitiva es una consecuencia de todo eso.
—¿Y el mensaje de aliento y apoyo de Gabriela Sabatini? Eso te tiene que haber gustado.
—Para mí es muy importante que Gaby esté ahí siempre alentando y apoyando. No sólo a mí sino a todo el tenis del país. Como ídola argentina representa mucho y a mí sus mensajes me llenan de energía.
—¿Y ahora? Se viene otro desafío de los grandes.
—Volví unos días a Alicante a descansar y recuperar el físico, pero el jueves que viene voy a París para afrontar la qualy de Roland Garros. Después no sé qué voy a jugar porque por el coronavirus no está claro el calendario, la gira por Asia fue cancelada y hay torneos aislados. Con mi equipo decidiremos los pasos a seguir.
—Y también están los Juegos Olímpicos en el horizonte…
—La chance olímpica es una motivación muy grande, pero todavía lo veo lejano con todas las dudas que trajo la pandemia, así que trato de pensar en el presente y en los torneos que tengo más cerca.
Es el momento de Nadia Podoroska en el tenis argentino. Rosario la acompaña donde esté con su pequeña gran legión que incluye padre, madre, hermanos, tíos y primos prendidos a los resultados día a día en la ciudad de la Bandera. Es el momento de la niña que comenzó en el CAF, de la joven que se formó en Jockey, la que se reconoce de Central “desde chiquita por herencia familiar” pero admite que no es futbolera, es el momento de la mujer deportista que decidió darlo todo para confirmar que tiene con qué hacerse un nombre y buscar codearse con las mejores.
Impresionante temporada: Nadia Podoroska saltó 35 escalones en el ranking del tenis mundial