“Un día a la vez”, “Sólo por hoy”, son sólo algunas de las frases que los miembros de Narcóticos Anónimos (NA) repiten cada mañana después de llegar por primera vez a una reunión de la confraternidad. Para cada persona, ese paso para comenzar el camino a la recuperación es distinto. Así, atraviesan “esa puerta baja pero ancha” encontrando un compañero a la derecha y otro a la izquierda sabiendo que “no están más solos”. Se trata de la construcción y de un proceso que parte de reconocer a la adicción como una enfermedad.
En Rosario funcionan 12 grupos en distintos puntos de la ciudad. Uno de ellos abre sus puertas de lunes a sábados de 19 a 21 en Pellegrini 1561 y cumple 22 años este sábado 13 de enero, lo que coincide con la primera reunión de NA en Rosario. Dentro del área hay encuentros semanales en Carcarañá y San Nicolás.
El único requisito para pertenecer a NA es manifestar el deseo de dejar de consumir, no solamente dejar de hacerlo. “Si un compañero no puede mantenerse limpio y recae nosotros le pedimos que siga viniendo, le agradecemos que esté y le damos un abrazo”, explicó a >El Ciudadano> Alberto, miembro de la confraternidad con casi 8 años de recuperación.
Sobre Narcóticos Anónimos
NA se fundó en California en 1953, en el seno de una confraternidad más antigua: Alcohólicos Anónimos (AA), tomando así gran parte de sus bases para elaborar un programa de trabajo basado en el cambio integral de la forma de vida: “El programa Los 12 pasos”.
Narcóticos Anónimos es una institución de adictos para adictos. “No es un programa de autoayuda sino un grupo de ayuda mutua de personas que tienen una problemática en común y se apoyan entre sí”, explicó Alberto, que además dijo que dentro de la institución no hay profesionales, justamente por la metodología de trabajo dentro de los grupos, lo que no interfiere con alguna terapia con psicólogos o tratamientos de patologías psiquiátricas en forma individual y fuera de la institución.
En primera persona
“Empecé a consumir de muy chico, a los 13 años. Siempre tuve la sensación de que tenía algún tipo de problema pero los primeros que lo detectaron fueron los integrantes de mi familia. Tuve trabajos y pude sostener algunos de ellos. Tuve una familia, hijos, estudios pero en algún momento las cosas empezaron a salir cada vez peor y me empezó a costar sostener las relaciones, el trabajo y los estudios. Yo creía que era una cuestión de voluntad. En realidad yo tenía una voluntad gigantesca pero estaba aplicada hacia el consumo. Lo que yo no sabía es que todo lo que se disparaba en mí en el momento en que empezaba a consumir”, recordó Jorge, otro miembro de NA.
Un día mientras estaba en el bar enfrente del instituto terciario en donde estudiaba, Jorge contó que vio un “cartelito de NA” pegado en la pared. Al día siguiente el folleto ya no estaba más, alguien lo había sacado, pero él alcanzó a apuntar el número en su cuaderno. “Un amigo me dio impulso y fui. Gracias a eso ya llevo 12 años en recuperación. Sólo por hoy”, dijo.
Otra vida, historia parecida
“Yo también empecé a consumir de muy pibe y me costó mucho reconocer que tenía problemas con las drogas, pensaba que no me hacían daño. Hice miles de intentos para controlar mi consumo pero como yo no podía reconocer que estaba enfermo, no era mi mera decisión la que iba a hacer que yo dejara de drogarme. Incluso hice un tratamiento en otro lugar en el que me habían planteado la adicción como una enfermedad, me dieron el alta y a los 6 meses estaba consumiendo de nuevo. Para NA la adicción es una enfermedad crónica, no tiene cura pero puede detenerse y así cambia la calidad de vida de la persona que la padece”, señaló Alberto.
Tras eso contó que llegó a los grupos “a través de una campaña nacional”.
“Cuando lo hice me dijeron dos o tres cosas que fueron básicas para mí. La primera es que yo estaba enfermo y que esa enfermedad era incurable y que hiciera las paces con esa enfermedad porque iba a convivir toda la vida con ella. Por ejemplo, una persona que tiene diabetes y hace un tratamiento adecuado va a tener una calidad de vida fantástica pero si todas las mañanas se come una docena de facturas con dulce de leche, no le va a ir bien. Es lo que nos pasa a nosotros con relación a la droga. A mí me motivó, me sorprendió y me hizo seguir yendo a las reuniones fue, primero, que se trataba de un programa de 24 horas. Nuestro lema es “Sólo por hoy, un día a la vez”, es así que divido mi carga de ansiedad en cuotas de 24 horas, y mi mochila pesa menos”, concluyó Alberto.