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Narváez venció a Orucuta en fallo mayoritario

En la noche del viernes, el chubutense venció al mexicano y retuvo por undécima vez la corona súpermosca OMB.

En sólo siete días, el boxeo volvió a poner sobre la mesa de la realidad, aquello de “cuando se vuelve a enfrentar dos hombres, el más inteligente tiene las mejores posibilidades para resultar ganador”. Floyd Mayweather lo demostró ante Marcos Maidana y el viernes pasado, lo ratificó Omar Andrés Narváez ante Felipe Orucuta.

En el anfiteatro de Villa María (Córdoba), Narváez superó por puntos en absurdo fallo dividido, al mexicano Orucuta y retuvo por undécima vez el titulo mundial supermosca OMB, quedándose con la revancha de la pelea realizada el 25 de mayo de 2013 en el Luna Park.

Algunas críticas recibidas sobre la calidad de los rivales que enfrentaba, fueron bolladas por Omar Narváez con un notable rendimiento ante un rival que llegó como número uno y retador obligado del ranking oficial.

El campeón sorprendió a su retador con una ofensiva insistente, desde el toque de la primera campana. Orucuta lo obligó a trabajar en una distancia incómoda para sus pretensiones y a utilizar el contragolpe, como único recurso.

El oficio, la experiencia, la dinámica, fueron factores fundamentales en el triunfo de Narváez que hizo cuatro primeros rounds, de menor a mayor, mostrando gran solvencia y enorme repertorio de recursos. Los ofensivos, logrando marcar diferencias a través de un puño zurdo potente y efectivo; los defensivos, para dejar desairado más de una vez a su rival.

Las piernas, su velocidad y sus pasos laterales -que casi no utilizan los boxeadores hoy- fueron elementos sólidos y vitales en el plan del campeón. Por momentos, pasaba de atacante neto a contragolpeador magistral. Inteligencia, talento, recursos técnicos marcados, fueron desfilando en cada movimiento del argentino.

En las últimas vueltas, tomándose un respiro, Narvaez permitió que el mexicano lograra algunas diferencias. No obstante, los últimos seis minutos de combate, fueron una clase magistral y académica del argentino campeón, derrochando talento, creatividad y corazón de guerrero. La campana final llegó acompañada de un explosivo aplauso y aliento fervoroso que festejaba un triunfo indiscutido.

 

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