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Negociaciones UE-Mercosur: ¿entran en la recta final?

Las relaciones político-comerciales entre la Unión Europea y el Mercosur atraviesan un momento por demás complejo.

Desde que se reiniciaron las negociaciones para el establecimiento de un tratado de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur en 2016, se planteó como objetivo alcanzar el acuerdo antes de que culmine 2017.

La decisión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de nombrar a Buenos Aires sede de su 11ª Conferencia Ministerial le otorgó un marco propicio a la fecha escogida.

Por su parte, la necesidad de Europa de tener resultados en el escenario internacional frente al proteccionismo de Trump le dio impulso político al proceso. No obstante, los últimos intercambios de ofertas entre los negociadores pusieron en duda que se llegue a esta meta, en un proceso que lleva más de 20 años en curso y que está atravesado por sensibilidades opuestas entre las partes.

Una estrategia que se agota

A fines de 2015 e inicios de 2016, un cambio político en la región de Sudamérica fue favorable para retomar las negociaciones.

Durante las rondas de negociación en los ciclos previos, las posiciones a uno y otro lado del Atlántico fueron irreductibles, protegiendo con recelo aquellos sectores que su contraparte pretende liberalizar, por considerarlos sectores sensibles para sus economías.

Sin embargo, a lo largo de las negociaciones los intereses de la UE se impusieron, logrando incluir los temas de negociación más favorables a su posición.

Desde el nuevo acercamiento se celebraron cuatro rondas: octubre 2016 (Bruselas), marzo 2017 (Buenos Aires), julio 2017 (Bruselas) y octubre 2017 (Brasilia).

Inicialmente, con una retórica que remarcaba la voluntad política y el espíritu cooperativo a la hora de negociar, se fueron tratando los aspectos más llanos y fáciles, que permitirían arribar a la línea de llegada buscando un acuerdo, principalmente político, antes de que finalice el año.

Sin embargo, durante el último encuentro, la oferta agropecuaria del bloque europeo puso en evidencia los límites de la estrategia.

La propuesta consistió en una cuota de importación de 70 mil toneladas de carne bovina y de 600 mil toneladas de etanol anuales, lo cual fue considerado insuficiente y decepcionante por el bloque sudamericano, dado que equivaldría a la exportación de “dos hamburguesas por europeo al año.”

Para la cancillería argentina “para que haya un acuerdo debe haber una mejora sustancial (de la oferta)”, remarcó Horacio Reyser, secretario de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

Ante la espera de una nueva respuesta europea, el Mercosur demostró una posición homogénea que los fortalece como bloque. Es por eso que la reacción que tenga la Unión Europea resultará determinante para el futuro desarrollo de las negociaciones, dado que el bloque europeo siempre se reservó para sí el poder de jaque mate, y haciendo que el Mercosur ceda ante sus presiones.

Con una posición más compacta por parte de este último, Europa ya no podrá jugar al divide y reinarás, aprovechando las grietas que en otro tiempo se presentaron entre Argentina y Brasil, y tendrá que presionar a los sectores proteccionistas del viejo continente para realizar mayores concesiones si quiere obtener un acuerdo.

La presión del calendario

En este contexto se entremezclan la presión de la proximidad de la eventual fecha de acuerdo establecida, la necesidad de ambas partes en poder mostrar resultados en sus relaciones económicas internacionales y un bloqueo en el tema más sensible del tratado.

Cuando el tiempo y la ansiedad presionan, es cuando realmente se pone en juego la voluntad de las partes por lograr resultados.

Por el momento, la única salida posible para la Unión Europea y el Mercosur podría ser el de las concesiones recíprocas, tal como se cristalizó en la retórica optimista emulada por ambas partes desde el inicio del reacercamiento.

No obstante, la proximidad de la fecha sólo vuelve viable un acuerdo superficial que no abarque la cuestión agrícola, algo que no sería beneficioso para los exportadores del Mercosur.

 

(*) Estudiantes avanzadas de la Licenciatura en Relaciones Internacionales. Miembros del Grupo de Estudios sobre Negociaciones Comerciales Internacionales, del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario (UNR).

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