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Negociadores confían en la aplicación del acuerdo nuclear

A su regreso a Teherán, los negociadores iraníes confiaban este miércoles en que todas las partes cumplan el acuerdo nuclear alcanzado con las grandes potencias, muy criticado por Israel y los republicanos estadounidenses.

El acuerdo permitirá también a la República Islámica salir de su aislamiento diplomático. Londres dijo que espera reabrir su embajada en Teherán antes de fin de año, y el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, anunció que visitará próximamente Irán.

A su vez, el vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, quien también tiene las carteras de Economía y de Energía, viajará el domingo a Teherán con «una pequeña delegación de representantes de la industria y el sector de la ciencia» para una visita de tres días, anunció su portavoz.

«Vamos a tomar medidas y ellos (las grandes potencias) harán lo mismo», declaró Javad Zarif, ministro iraní de Relaciones Exteriores y dirigente de la delegación iraní en Viena, a su regreso a Teherán.

«Llevará cerca de cuatro meses a partir de ahora», añadió el funcionario sobre la aplicación del texto firmado tras 22 meses de duras negociaciones entre Irán y el grupo 5+1 (los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido, más Alemania).

El acuerdo hace prácticamente imposible que Irán fabrique una bomba atómica aunque le otorga el derecho de desarrollar una industria nuclear civil.

A cambio, Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU levantarán progresivamente las sanciones internacionales adoptadas contra Irán desde 2006 que ahogan su economía.

A partir del primer semestre de 2016 ya se podrán levantar las primeras sanciones a condición de que Teherán cumpla sus compromisos.

El acuerdo, elogiado casi al unísono por la prensa iraní que celebra «la era postsanciones» y la «revolución diplomática del 14 de julio de 2015», fue festejado entre música y bailes en las calles de Teherán por una nutrida multitud.

Desconfianza en el Golfo

Teherán espera recibir en los próximos meses un gran número de políticos y empresarios atraídos por las riquezas gasíferas y petroleras de este país de 78 millones de habitantes tras este acuerdo acogido positivamente por gran parte de la comunidad internacional.

Pero en Israel, enemigo jurado de Irán, el primer ministro Benjamín Netanyahu denunció un «error histórico para el mundo».

«Seguiremos denunciando los peligros de firmar un acuerdo con un régimen dictatorial», advirtió, decidido a proseguir su ofensiva contra el programa nuclear iraní.

Llevará esta batalla al Congreso estadounidense, en donde espera movilizar a congresistas republicanos y demócratas para bloquear el levantamiento de las sanciones de Estados Unidos contra Irán.

Pero las posibilidades de que lo logre son bajas, por lo que tratará sobre todo, de acuerdo con los comentaristas israelíes, obtener «compensaciones» militares de Estados Unidos.

En una muestra de apoyo, el ministro británico de Relaciones Exteriores, Philip Hammond, viajará el miércoles por la noche a Israel, previo a una visita la próxima semana del ministro estadounidense de Defensa Ashton Carter. También en los países del Golfo el acuerdo fue acogido con prudencia.

«Las preocupaciones de los países del Golfo se resumen en dos interrogantes: ¿Qué consecuencias económicas tendrá un retorno de Irán en el mercado energético? ¿Y qué consecuencias políticas?», resume Abdelwahab Badrkhan, un analista residente en Londres.

Irán siempre ha negado querer fabricar la bomba atómica. El martes tras el anuncio del acuerdo, el presidente Hasan Rohani reiteró que su país «nunca buscará tener un arma nuclear».

También dijo que Irán logró alcanzar «todos» sus objetivos mediante la firma del acuerdo nuclear. En efecto, Irán no abandona sus ambiciones nucleares civiles y continuará sus investigaciones para multiplicar su capacidad de enriquecimiento al término de la pausa prevista de diez años.

Acuerdo inaceptable

Esto es precisamente lo que –entre otras cosas– preocupa a los republicanos estadounidenses, opositores del presidente Barack Obama.

El acuerdo es «inaceptable», zanjó el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. «Todo hace pensar que se trata de un mal acuerdo», opinó por su parte el senador John McCain. «Es difícil venderlo», añadió el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores Ed Royce, quien dirigirá los debates en la cámara baja del Congreso.

El Congreso, controlado por los republicanos, no tiene que aprobar el acuerdo, pero tiene el poder de bloquear un elemento central: la suspensión de las sanciones estadounidenses, contraparte de los compromisos de Irán.

«Este acuerdo no se basa en la confianza. Se basa en auditorías. Los inspectores tendrán acceso 24 horas al día a las instalaciones nucleares iraníes claves», aclaró el presidente Obama.

El mandatario estadounidense ofrecerá el miércoles una conferencia de prensa en la que aspira a convencer a la opinión pública y a los aliados de su país, principalmente a Israel, de los méritos del acuerdo.

Por otra parte, Washington espera que este acuerdo abra el camino a una mayor cooperación con Irán, especialmente contra el grupo Estado Islámico que ha conquistado importantes territorios en Siria y en Irak desde hace un año.

Una posición que comparte Rusia que considera que este acuerdo hace posible la creación de una coalición «más amplia». El primer ministro iraquí Haider al-Abadi estimó también que el acuerdo es una señal de una voluntad común de derrotar al EI.

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