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Néstor Kirchner, un presidente en serio

Kirchner demostró que es posible tener principios y valores.

De 2002 a 2010. ¿Pasó un siglo?, ¿una década?, ¿un lustro? Evidentemente, no. Pero esos pocos años han sido realmente de una importancia tal para la rica historia de nuestro país. Sin embargo, la cantidad de sucesos vividos durante este lapso nos llevan a pensar que pasó toda una vida.

Recuerdo la llegada de Néstor a nuestra provincia: parecía un personaje de historietas o de comedia. ¿Recuerdan al aviador Lupín? Y su parecido al capocómico Tristán hacía que pocos, y debo resaltar “muy pocos”, escucharan sus discursos con seriedad. Sin embargo, su temperamento, sus ideales y su convicción forjaron un cambio muy grande en el pensamiento de muchísimos dirigentes que no dudamos en encolumnarnos y permitir ser conducidos políticamente por él.

Su personalidad, su temple, su simple oratoria, convertir promesas en hechos reales y principalmente estar siempre al frente de la línea de fuego –como reza el manual de “conductores”–, fueron algunas de sus cualidades para transformar en muy poco tiempo nuestra visión: pasó a ser de una incógnita a alguien indispensable para la política y la economía de nuestro querido país.

Parece que hace tanto… Gobierno de facto, Alfonsín, Menem, De la Rúa y caos hasta su irrupción. En los 50 años que tengo he vivido una parte tan grande de nuestra historia y gracias a Dios he tenido en algunos momentos la posibilidad de ser partícipe de muchos sucesos (con orgullo digo haber pertenecido al MTA) y en este último tiempo ser realmente un agradecido a este compañero, a este hombre que se nos fue, por habernos permitido principalmente a todos los trabajadores “creer”; sí, volver a creer que se pueden llevar adelante medidas que nos benefician.

La traición y el modelo neoliberal de los 90, la debacle e incapacidad de la Alianza, “el que depositó dólares recibirá dólares”, devaluación… Viento y marejada, no. Ciclón y tsunami soportamos hasta su llegada a la presidencia (2003/2007). ¿Puede hacerse tanto en tan poco tiempo?

Voy a enumerar algunos hitos determinantes de su gestión: la política de derechos humanos, que incluye la anulación de las leyes de impunidad y la reanudación de los juicios contra los represores a la última dictadura; renovó la Corte Suprema de Justicia; terminó con la dependencia de quien durante décadas nos oprimía con sus recetas, el FMI; renegoció la deuda externa iniciando un proceso de canje.

Principalmente su política enfocó a los más necesitados, los que siempre padecemos los errores de nuestros gobernantes. Redujo la desocupación a un dígito (era de 27 por ciento), la pobreza pasó de 42,7 por ciento a menos del 17 por ciento y a todos los trabajadores nos devolvió la dignidad, algo que muchos sinvergüenzas –que aún hoy son representantes políticos– nos quitaron. No sólo se recuperó el empleo, también el poder adquisitivo discutiendo paritarias todos los años o cada vez que se crea necesario, en un país que tiene un crecimiento de su PBI envidiado mundialmente y brillo en el campo internacional.

Claro que hoy muchos compañeros peronistas lloramos su partida física, pero junto a Evita y Perón el “pingüino” continuará guiándonos para que con CFK sigamos profundizando este modelo de crecimiento, de inclusión social, de reparto equitativo de las riquezas. Como nos decía el General: “Una patria justa, libre y soberana”.

Los trabajadores vamos a reforzar nuestro compromiso para que así sea, junto a toda esa juventud que acompañó sus restos hasta su último responso. Es mi única duda saber si él fue consciente de cómo lo siguen los jóvenes, porque era sumamente emocionante escucharlos cantar “la marcha” sin dudas y sus consignas en defensa del sistema y de su acompañamiento a Cristina.

Viviré eternamente agradecido por haber sido parte de este presente venturoso y por haber conocido y permitido que lo acompañemos a alguien como Néstor, que nos demostró que es posible tener principios y valores.

No se fue, está en cada uno de los trabajadores y en cada uno de esos jóvenes que con sus cánticos enrojecían sus gargantas.

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