Con un estilo muy personal para hacer política y siempre alejado del protocolo, Néstor Kirchner no pasó inadvertido y despertó tantas pasiones como odios en la sociedad argentina, que lo despidió un año atrás con uno de los funerales más imponentes de la historia nacional.
El Kirchner que falleció el 27 de octubre de 2010 no era el mismo que había asumido el 25 de mayo de 2003, con el porcentaje más bajo de respaldo para un presidente electo en el país.
El jefe de Estado del saco cruzado abierto y los mocasines negros que saltaba entre sus seguidores durante los primeros actos se fue transformando con los años en una figura más controversial, que jugó a fondo en cada una de sus pulseadas.
Durante sus años de gestión y luego con su título de «primer caballero», Kirchner practicó una forma de hacer política que se basó en la confrontación como método de acumulación de poder, un sistema que le dio victorias y también dolores de cabeza.
Hizo propias la bandera de los derechos humanos y se inmortalizó en la historia como el presidente que descolgó dela Casa Rosadalos cuadros de los militares que tomaron el poder durante la dictadura.
También abrió pujas con el campo, con los medios más importantes de comunicación y conla Iglesia, a la que desafió abiertamente desdela Casa Rosaday luego desde el Congreso al votar la ley de matrimonio homosexual, la única norma por la que asistió a un debate.
Su círculo íntimo repite hasta el cansancio que el santacruceño hizo de la política el centro de su vida y eso lo llevó incluso a descuidar las cuestiones de salud y dedicar hasta 20 horas diarias a la actividad.
El estrés de años de trabajo en la intendencia de Río Gallegos -su tierra natal-, la posterior gobernación de Santa Cruz yla Presidenciacomenzaron a pasarle factura y antes del 27 de octubre de 2010 debió ser internado en varias oportunidades con distintos cuadros.
Largas madrugadas de discusiones, llamadas telefónicas subidas de tono y también algunos desvío de la estricta dieta que le habían recomendado sus médicos se sumaron a la hora de final.
Sus seguidores lo recordarán como un líder fuerte, que promovió grandes cambios, que puso a la política en el centro de la escena del país, que enfrentó a corporaciones a las que la democracia nacida en 1983 nunca había tocado, promovió la unión sudamericana desde la UNASUR, puso en primer plano una visión «nacional» de la economía y rechazó las recetas «importadas».
Pero «él» -tal como lo recuerda la presidenta Cristina Kirchner- ya había planificado como quería que lo recordaran.
Enla Feriadel Libro 2005, todavía como jefe de Estado, leyó un poema del obrero correntino Joaquín Areta, detenido desaparecido de la última dictadura militar.
«Quisiera que me recuerden / sin llorar ni lamentarse. Quisiera que me recuerden / por haber hecho caminos / por haber marcado un rumbo / porque emocioné su alma / porque se sintieron queridos / protegidos y ayudados / porque nunca los dejé solos / porque interpreté sus ansias / porque canalicé su amor. Quisiera que me recuerden / junto a la risa de los felices / la seguridad de los justos / el sufrimiento de los humildes. Quisiera que me recuerden / con piedad por mis errores / con comprensión por mis debilidades / con cariño por mis virtudes. Si no es así, prefiero el olvido / que será el más duro castigo / por no cumplir con mi deber de hombre», recitó Néstor.