Hace poco más de una década, en medio del furor que generó en la comunidad artística argentina y a raíz de su paso por el Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires-Fiba, el público local pudo ver Neva, con dramaturgia y dirección del chileno Guillermo Calderón al frente de la compañía Teatro en el Blanco. La obra se convirtió en una puerta de entrada diferente al vastísimo universo chejoviano, porque aunque el autor de El jardín de los cerezos no aparezca en la trama dado que ha muerto recientemente (transcurre en 1905 en San Petersburgo, a orillas del río Neva que da nombre a la obra), sí estará su nombre, su impronta, muchos de sus personajes y esa obra maestra a punto de ser ensayada, su mujer, Olga Knipper, referencial actriz del Teatro de Artes de Moscú que dirigía por entonces Konstantin Stanislavky, dos actores, Masha y Aleko, y una trama que va de lo hilarante a lo revisionista, porque en gran medida todo lo que cuenta la obra está basado en hechos reales.
El fulgor de aquel paso local dejaron huellas y la ingeniosa y magistral obra de Guillermo Calderón tendrá desde este viernes una relectura local en La Orilla Infinita, con las actuaciones de Claudia Capella, Nora Silva y Rodrigo Frías, bajo la dirección de Gabriel Romanelli (también a cargo del diseño de iluminación y técnica), al frente de un gran equipo que se completa con el diseño de vestuario de Ramiro Sorrequieta, realización de vestuario de Cristian Ayala, diseño y realización de escenografía de Lucía Palma y Rodrigo Frías, gráfica de Cantar de Ranas- Federico Tomé y música original de Santiago Pozzi.
Metateatral
Una vez más el teatro vuelve a ser introspectivo para hablar de sí mismo (¿será verdad lo que aseguró Pirandello que llegará el día en que no podrá hablar de otra cosa?). En Neva, el teatro se mete dentro del teatro, se desnuda y expone con virtudes y miserias; muestra eso que siempre es preferible que quede tras bambalinas, con una aguda mirada acerca de sus injerencias con lo poético pero también con lo político.
En la trama de Neva, la referida Olga Knipper, junto con Aleko, un actor de origen burgués y novel en el teatro, y Masha, también actriz de teatro involucrada en cuestiones sociales, comparten un frustrado ensayo en la ciudad de San Petersburgo, en la Rusia del Zar Nicolás II, el domingo 9 de enero de 1905. En ese contexto, un exterior helado en medio del crudo invierno ruso se contrapone a la calidez del interior. Ese ensayo imposible habilita una serie de diálogos tan jugosos como polémicos donde la problemática del siempre complejo fenómeno teatral da lugar a la contingencia política.
Teatro y política
“Sobre esta cualidad temporoespacial es que trabajamos el entorno fundante para la puesta en escena. Calderón nos ubica dentro de un teatro, a los pocos meses de la muerte de Anton Chejov y a años del comienzo de la Revolución Rusa, ambos episodios trascendentes en la acción de la puesta. Los de la obra son tres personajes encerrados, intentando por todos los medios a su alcance hacer lugar a sus necesidades más íntimas, usando como excusa el teatro. Teatro dentro del teatro, desde el melodrama, pasando por la comedia y yendo inevitablemente hacia la tragedia, los personajes son pinturas tragicómicas de sí mismos y de quienes quisieran ser. De este modo, la sucesión de hechos va mostrando diferentes variantes de lo que pareciera ser un mismo conflicto: qué es hacer teatro, qué hay para decir, cuál es la forma de hacerlo y así los personajes se van aferrando a un posicionamiento personal acerca de eso, van planteando sus modos de hacer la escena, aprovechando para sentar posición ética y política en los casos en que la tuvieran”, escribió Gabriel Romanelli, teatrista local de vasto recorrido, que de este modo debuta como director.
Y sumó: “La tensiones nunca ceden, el espacio reducido de la acción, lejos de complotar negativamente, asiste para que el acontecimiento no de tregua a los personajes, ni a las actrices, ni a los actores, y por último y fundamentalmente tampoco al público. Así surgen algunas preguntas, como por ejemplo qué es y cuál es la verdad y cómo circulan las verdades y qué ocurre con ellas. Estas incógnitas quedan planteadas, muchas serán develadas, tantas otras alcanzarán su peso específico en el encuentro con los distintos públicos y a partir de allí tomarán relevancia en algún sentido útil, o al menos así queremos pensarlo. Así se gesta este espectáculo, basado en la certeza que desde nuestro hacer y teniendo plena conciencia de nuestras intenciones, para así poder direccionarlas, podemos intentar mucho más que un espectáculo que sólo divierte, sino que interroga, que nos interroga, y que por medio de la reflexión aguda de sus palabras o acciones nos sacude tanto a nosotros como gente de teatro, como a quienes asistan al acontecimiento compartido”.
Volver a “Neva”
“Tal como lo mencionás, Neva, de la Compañía Chilena Teatro en el Blanco, pasó por Rosario allá por el 2008 o 2009. En realidad, recorrió la Argentina dentro del Circuito de Festivales del Instituto Nacional del Teatro, algo que parece pura anécdota, pero realmente para los que compartimos aquella función aquí en la ciudad fue un verdadero acontecimiento. Desde aquel momento está el interés, la picazón que te produce algo muchas veces sin saber por qué, quedo prendida en mí. Años más tarde, cursando la carrera de Dirección, hago el primer intento de abordarlo; fallido. Luego en el postítulo en Artes Escénicas de la UNR volvimos a intentarlo, esta vez con Claudia (Capella) que hoy es una de las actrices. Fue desplegar alguna forma de lo que ese texto propone. Y esta segunda vez queda en formato de trabajo académico, interesante, con José Luis Valenzuela, pero allí queda. Y ya en 2017 decidimos firmemente, pasando por distintas formaciones y variaciones en los roles, incluso en algunas de ellas yo actuaba y había otros actores y directores, lanzarnos a nuestra versión de Neva, y allí mi rol fue dirigir”, planteó el director.
Y profundizó: “En definitiva nos dábamos cuenta con el paso del tiempo que el deseo o la necesidad era decir esas palabras más allá del lugar que cada uno ocupara en este nuevo universo. Esas palabras que nos interpelan, nos ponen frente a fuertes contradicciones, nos perturban a veces, pero nos dejan con la sensación de que hacer, de que percibir a quien tenemos cerca y accionar en consecuencia a eso es la única forma posible. Creo que corrernos de aquella versión fue sin dudas nuestro mayor desafío, nuestra gran preocupación. También son paradigmas que fueron diluyéndose a medida que fuimos avanzando en el proceso creativo, nuestra propia versión empezaba a vislumbrarse apoyada en la potencia del texto, y trabajando siempre con la convicción de que la esencia y la centralidad en lo escénico son las actrices y los actores, esto lo entiendo así, mirándolo ahora desde el rol de director y lo compartimos en un todo con el grupo”.
De la representación a la primera persona
“Esta maravilla de texto te da la opción de indagar en las profundidades más luminosas y más oscuras, pero también en lo superficial de lo humano; en aquello que consideramos vital, pero también en lo más banal que se te pueda ocurrir. Es así que pasamos de la pura representación a la más cruda primera persona casi sin respiro entre ellas, ese juego tan interesante que propone el texto fue para nosotros esencial. Éste, finalmente, es el centro de nuestra Neva: preguntarnos, como las mujeres y hombres de teatro que somos, si vale la pena. No estamos seguros de la respuesta, seguimos en el camino teniendo en cuenta además que este es mi primer trabajo como director”, planteó Romanelli.
Y en el mismo sentido de esa decisión, destacó: “Me parece que está bueno traer a colación una reflexión del mismo Calderón, que en una entrevista que le hacen a cerca de la obra, menciona justamente que era su primera como director y que en su cabeza circulaba el pensamiento que tal vez debía ser la última. Hago mención a esto porque por alguna razón me resuena: sí sabemos cuál es la primera obra que vamos a dirigir o en la que vamos a actuar, pero nunca sabremos cuál será la última, por eso invito a todos a verla, porque podría ser la primera y la última (risas)”.
Pequeñas-grandes revoluciones
En este viaje de años con el texto de Neva y muchas versiones resonando en su imaginario, el actor y ahora director reflexionó finalmente: “Me gustaría decir, y en mis palabras van también las palabras de la gente amada con la que compartimos este proyecto, muy deseado por todos y todas, que seguir en el camino es al menos una parte de la respuesta a la pregunta de si vale la pena hacer teatro. Decía hace unos días que las grandes revoluciones son cada vez más utópicas. Sin embargo, muchas pequeñas revoluciones pueden causar grandes efectos e importantes cambios. Por eso desde nuestro humilde pero muy importante quehacer como artistas seguimos intentando. Buscamos al menos instalar, hablar, sentar posición acerca del drama de lo público y lo privado es ya un avance. Si podremos hacer algo al respecto está por verse, de todos modos esperamos estar a la altura”.
Para agendar
Neva, de Guillermo Calderón, por La Sanata Equipo Escénico, se conocerá este viernes 1 º de septiembre, a las 21, en La Orilla Infinita (Colón 2148), donde seguirá en cartel los restantes viernes del mes. Las entradas generales tendrán un costo de 2 mil pesos. Las anticipadas se pueden comprar en https://laorillainfinita.com.ar/productos/neva/. IG – @nevateatro