“No es para preocuparse, pero sí es necesario un golpecito para despertarnos a tiempo y conseguir el objetivo de clasificar a la Copa”. Las palabras de Lucas Bernardi posteriores al partido son una muestra de que hay una señal de alarma tras estas tres derrotas consecutivas y será necesario jugar con otra motivación estos últimos cuatro partidos para que la Lepra no se quede con las manos vacías en un semestre donde estuvo peleando todos los frentes.
A diferencia de lo que sucede con otros equipos, después de tres caídas en fila la lógica supondría un replanteo del técnico y cambios en la formación titular, pero este Newell’s no tiene ese recambio en el banco para pensar que algún suplente puede aportar algo más. Más allá de la deficitaria tarea en defensa de Agustín Alayes ante All Boys, y algunas dudas de Cichero, enfocar el problema de la Lepra en la defensa sólo por un partido flojo sería un error. La Lepra apenas recibió 10 goles en 15 partidos y en 7 de ellos terminó con la valla invicta. El problema no es la defensa.
Casi de manera reiterativa, sin ahondar demasiado en análisis profundos, el gran problema del elenco rojinegro desde el inicio del semestre es el mismo: la falta de gol.
Sin un delantero confiable, que al menos garantice media docena de goles por torneo, es imposible aspirar a más. Con un Borghello que apenas anotó un gol ante River y un Taborda que ni siquiera está en el banco, Newell’s transitó este semestre sin un nueve. Y quedó evidenciado que la entrega de Borghello para pelear cada pelota no alcanza, más allá de que en los dos últimos partidos ni siquiera mostró esa virtud. El problema de Sensini es que no tiene como resolver ese problema. Hoy el nueve no está y el técnico no lo puede inventar. Entonces deberá apelar a recuperar la solidez defensiva y apostar a una corajeada de Sperduti o una fantasía de Formica, algo que en los últimos partidos no sucedió, aunque Boca aparece como un buen rival para recuperar el terreno perdido.