Lucas Bernardi recibió un aplazo en su primer examen importante como técnico de Newell’s. Escondió las cartas hasta el final, pero esa movida no le resultó. Pensó en cuidarse más que en buscarlo. Y, paradójicamente, cuando arriesgó un poco en el complemento lo perdió.
El DT leproso jugó toda la semana al misterio. Finalmente, incluyó a Franco Escobar como lateral derecho para bloquear a Jonás Aguirre. Luego decidió que Marcos Cáceres jugara como primer marcador central después de muchísimo tiempo. Y también optó por la aparición de Leandro Fernández como segundo zaguero. Ambos debieron esforzarse para controlar a Marco Ruben, pero no pudieron hacerlo en la jugada del gol y el delantero canalla facturó: Fernández erró el despeje, Cáceres no cerró a tiempo y Oscar Ustari estaba mal posicionado.
El entrenador leproso también eligió cambiar el dibujo en la zona de volantes y meter un doble cinco (Diego Mateo y Hernán Bernardello) para romper el circuito futbolístico de Central en el mediocampo. Algo que logró no tanto desde la contención sino desde la sistematización de faltas. Cada avance canalla era interrumpido con una infracción, muchas cerca del área.
Al resignar un volante de juego por uno de contención el equipo no tuvo volumen en la primera parte. Denis Rodríguez fue absorbido por la marca canalla y Maxi Rodríguez no gravitó. Recién tuvo algo de generación cuando Hernán Bernardello encontró libertades y pudo asociar por izquierda con Milton Casco.
Newell’s mejoró el control de la pelota en el complemento con e ingreso de Daniel Mancini, quien se movió a espaldas del doble cinco canalla y empezó a darle al equipo mayor volumen. Pero no tuvo la compañía de Denis Rodríguez como ante Racing para que el equipo tuviera la dinámica necesaria.
Y, como si fuera poco, nunca tuvo profundidad. Mauricio Tevez y Maxi Rodríguez no ganaron nunca en la individual e Ignacio Scocco estuvo comprometido pero jamás lo encontraron cerca del arco. Tampoco la consiguió con el ingreso de Víctor Figueroa y Martín Tonso. El tanto de Marco Ruben demolió lo poco que había logrado construir la Lepra en el complemento. Un golpe del que nunca se pudo reponer.