El final arrojó mil postales adentro y afuera: lágrimas de felicidad, euforia tras tanta ansiedad contenida y calma en el rostro de algunos a los que le volvió el alma al cuerpo después de una definición por penales decididamente para el infarto. Demasiado sufrimiento para desatar un festejo histórico, una locura acorde a quedar entre los cuatro mejores equipos de América.
Pero en todos había satisfacción y orgullo. Por un equipo que no renunció nunca a su estilo y que dejó en el camino a Boca para alcanzar las semifinales de la Copa Libertadores por tercera vez en su historia.
Ese es Newell’s, el equipo del Tata Martino. El que recoge elogios en cada partido. El que despierta admiración por su propuesta y convicción. El que no claudica nunca en su intento y que jamás pierde la paciencia aunque las cosas no le salgan. Que defiende una identidad, que persigue un ideal y que decidió ser protagonista siempre. Y que hoy tiene lo que merece porque lo busca con determinación.
Es cierto, en la serie con Boca le costó imponer su juego. El Xeneize, mañoso y acostumbrado a este tipo de instancias, le cerró los caminos y no le dio espacios para la creatividad. Lo apretó en La Bombonera un rato y lo esperó anoche en el Parque Independencia.
Newell’s ayer tuvo siempre la pelota pero no le dio destino claro. Le faltó profundidad para abrir el partido, para obligarlo a Boca a salir del fondo y destejer la telaraña que planificó Bianchi para encerrar a Ignacio Scocco, neutralizar a los laterales e incomodar a los volantes de juego. Apostó a un error leproso, que ayer fueron dos desatenciones en la marca que permitieron sendos cabezazos de Nicolás Blandi: uno lo sacó Milton Casco en la línea y el otro dio en el travesaño.
La Lepra encontró algún hueco en el final, pero también a Agustín Orión para tapar un remate de Marcos Cáceres y contener otro de Maxi Rodríguez. Y los penales fueron un final ineludible.
Lo que tampoco se pudo evitar fue el sufrimiento, que fue subiendo en cada uno de los 26 disparos, incluidas dos chances para definirlo. La tercera fue la vencida. Maxi Rodríguez metió el suyo por segunda vez en la noche. El Parque se vistió de fiesta. Y este Newell’s se metió en la historia.