El reclamo de los hinchas hacia los jugadores de Newell’s en los últimos Clásicos fue la falta de actitud en un partido que necesita jugarse dando un plus. Algo que se revirtió ayer en el Parque Independencia al mostrar, al menos en ese sentido, otra cara. Mucho compromiso, absoluta concentración, entrega y esfuerzo. Virtudes que lo acercaron a un triunfo que finalmente no pudo ser y que dejaron a la gente con la sensación de que el equipo recuperó su espíritu competitivo.
La Lepra lo jugó como no lo hizo antes. Con el corazón, como se dice desde la tribuna. Y que se refleja en la predisposición de todos para disputar cada pelota con alma y vida, casi al límite, como lo hicieron Diego Mateo y Maxi Rodríguez en el arranque del partido.
En lo táctico, Diego Osella acomodó las piezas al igual que contra Huracán. Cuatro en el fondo, un doble cinco con Mateo y Jalil Elías, tres volantes (Héctor Fertoli a la derecha, Mauro Formica por el centro y Maxi Rodríguez a la izquierda) y Lucas Boyé como único punta.
La estrategia fue presionar recién en tres cuartos y darle la salida a los centrales del Canalla, mientras el equipo superpoblaba el mediocampo para cerrar los espacios y no permitirle a Central crecer desde la posesión. En ese aspecto, el plan salió tal cual estaba planificado, salvo algún pasaje en el arranque del complemento. Pero en líneas generales, Newell’s incomodó a un rival que habitualmente impone el ritmo del partido.
A la Lepra le faltó mayor peso ofensivo, sobre todo en la primera parte. Lucas Boyé tiene alma de volante y ahora también es asistidor. Sale mucho del área, aunque las pelea todas. Ayer le costó ganarle a Alejandro Donatti en el duelo cuerpo a cuerpo, pero cuando se le escapó, generó peligro verdadero. Y después metió una habilitación bárbara que Ignacio Scocco no pudo resolver ante la salida de Sebastián Sosa.
Con el empuje de los juveniles
Para Jalil Elías fue su primer Clásico. Héctor Fertoli (foto) había jugado unos pocos minutos en Arroyito, en febrero de este año, pero fue su primera vez desde el arranque. Y ambos estuvieron a la altura de las circunstancias en un partido bravo. El volante fue el acompañante ideal para Diego Mateo en el mediocampo. Auxilio permanente en la recuperación y apoyo para cambiar la dirección del ataque, estuvo atento para los anticipos y preciso en la entrega. El delantero, por su parte, arrancó con mucha movilidad, tratando de desmarcarse siempre y encarando en velocidad ante el menor espacio que aparecía. E hizo una gran tarea para tapar la subida de los laterales canallas, ya que rotó muchas veces de posición con Maxi Rodríguez.