No había otra opción. El único camino era el triunfo. Ese que consiguió marcando diferencias de principio a fin. Un gol tempranero, un rival endeble, ambición, decisión. Y la cuota de jerarquía de Ignacio Scocco, quien atraviesa un momento impresionante. Con esos argumentos, Newell’s venció 3-1 a Deportivo Lara en el Parque de la Independencia y prácticamente abrochó su pasaje a octavos de final.
El ritmo lo impuso Newell’s. Apretó de arranque y marcó la diferencia temprano con el tanto de Pablo Pérez. Insistió para ampliar la ventaja que no consiguió enseguida porque le faltó claridad. Reguló para que el desgaste lo hiciera Deportivo Lara, que demostró por qué es el rival más débil del grupo. Arremetió para meter el segundo en el final del primer tiempo. Cedió la iniciativa en el complemento y, con el partido controlado, se sintió tan tranquilo que hasta le permitió a los venezolanos descontar. Y volvió a dominar para meter el tercero y sentenciar la historia.
Todo lo que Newell’s propone, se simplifica en los pies de Ignacio Scocco, un jugador de otro nivel. Juega a otra cosa. Marca diferencia en cada movimiento y definición. Si hasta resolvió con facilidad en la segunda conquista rojinegra cuando entró al área a los tropezones. Y sacó a relucir su inmensa capacidad en el final del partido con un golazo: arrancó detrás de mitad de cancha, cambió de velocidad para dejar a atrás a un par de rivales, enganchó para un lado, amagó el remate y definió con una tranquilidad propia de los que se saben superiores.
Newell’s no lo resolvió antes porque no aprovechó las facilidades y la ingenuidad del fondo visitante. Le faltó viveza para aprovechar mejor los espacios, aunque siempre fue superior. Incluso el descuento de Lara pareció injusto en un partido desparejo.
La Lepra hizo su trabajo con autoridad y convicción. Ganó sin objeciones y abrió la puerta para la clasificación a la próxima instancia de la Copa Libertadores.
