Línea de tres o de cuatro. Arriesgar a Aguirre o cuidarlo para el segundo tiempo. Apostar por el pibe Glavinovich o a la experiencia de Vangioni. Ir a buscar el partido o cuidar la pelota y tener paciencia. Heinze tiene mucho por resolver desde lo táctico y estratégico. Y sus decisiones pueden ayudar a conseguir un buen resultado o no.
Pero en un Clásico hay otras cuestiones que están fuera del alcance del entrenador. Lo anímico, lo emocional, la fortaleza o debilidad mental son parámetros que no se pueden predecir. Y en muchos casos son determinantes en el resultado final.
Newell’s llega al choque con Central con una idea de juego establecida e incorporada. Aunque ese estar convencido de la forma de jugar propuesta por el Gringo no implica garantía de victoria.
Hay una carga emocional que la Lepra arrastra desde hace más de una década en los Clásicos, una mochila que le cuesta sobrellevar: la obligación de ganar se potencia a tal punto que el miedo a perder inmoviliza. Una carga mental tan alta que le hace perder incluso partidos donde llegó con más chapa que el rival.
De 2008 a la fecha Newell’s sólo ganó dos Clásicos. Y fueron de visitante, ya que la carga emotiva se hace aún más difícil de soportar jugando en el Coloso.
Ese puede ser el punto clave de este partido, ya que no jugar bien -si lo logra mejor-, correr mucho o poco o acertar en el planteo: lo que necesita la Lepra es liberarse mentalmente de este partido y su historia reciente, de ese peso que inmoviliza. Si lo logra, puede ganar, no hay dudas.