La diferencia de jerarquía de los delanteros fue la diferencia entre un equipo que está a punto de ser campeón y otro que pelea por salir del fondo de la tabla. Newell’s se plantó bien en la Bombonera y le peleó de igual a igual gran parte del partido a Boca, pero el local tuvo a un Pavón intratable y a un Wanchope Abila certero y le alcanzó para justificar un triunfo que por momentos estuvo en duda y en el final incluso pudo ser más amplio que el 3-1 que reflejó el marcador.
La idea y el planteo de De Felippe fue acertado. Plantó al equipo en el medio con presión en la salida de un Boca que extrañó horrores a Barrios y Pablo Pérez. Con Bernardello y Sills bien parados y Cacciabue, Fertoli y Figueroa muy activos, Newell’s le quitó la pelota a Boca y dio la sensación de tener chances de dar un batacazo. Pero faltó Leal, y su ausencia fue un vacío que la Lepra no pudo resolver. El livianito Opazo está lejos de ser un nueve de peligro y Newell’s nunca pudo trasladar a situaciones de riesgo esa mejor posesión de pelota.
Todo lo contrario pasó con Boca. Cada vez que Pavón iniciaba un ataque la sensación de peligro era innegable. Lo sufrió San Román y contagió al resto. Y así abrió el partido. Con la sencillez de un jugador distinto. La peleó con San Román, desairó a Fontanini y no tuvo egoísmo para habilitar a Abila, que parado donde debe estar el nueve, destrabó un partido a esa altura complejo.
Y tener un nueve le permitió a Boca anotar el segundo. Desborde de Jara, duda de Ibáñez y cabezazo debajo del arco de Wanchope para el 2-0.
La peleó Newell’s. No quiso darse por vencido tan rápido a pesar de su escaso peso en ataque. Y llegó al descuento con una acción de sus dos jugadores más claros. Asistencia de Figueroa y lucidez de Fertoli para eludir a Rossi y definir con ángulo cerrado.
El partido estaba cerca en el resultado y parejo en la postura, pero la jerarquía de Pavón era una amenaza inminente.
Falló De Felippe en los cambios. Los que ingresaron no respondieron y el equipo se desarmó. Y Pavón liquidó el pleito cuando quiso. Aprovechó un pelotazo, entró al área y sacó un latigazo que perforó la resistencia de Ibáñez.
El final encontró a un Newell’s desdibujado, que sintió lejos el partido y bajó los brazos. Y Boca pudo ampliar la diferencia, pero Tevez y Buffarini perdonaron a la Lepra y el resultado final al menos no fue tan lapidario.
No hubiera sido justo. Porque Newell’s se plantó ante el líder en su casa y le peleó el partido hasta donde pudo. Pero la diferencia estuvo en el área. La Lepra no tuvo nueve y Boca chapeó con Pavón y Abila. Y ahí no hubo equivalencias. Newell’s chocó contra su peor enemigo, la falta de jerarquía.