El aplauso genuino de los hinchas de Newell’s al final del partido fue un claro resumen de lo sucedido anoche en el Coloso. No fue un fanatismo desmedido de la gente, fue un reconocimiento a un Newell’s que empezó a ser un equipo más serio. Intenso, agresivo, con ratos de fútbol, y con eficacia, también con errores, porque todavía tiene fallas que paga muy caro.
Levantó dos veces el partido Newell’s. Casi impensado. Pero nunca bajó los brazos. Ni con el gol tempranero (otra vez) en una contra bien ejecutada por la visita, ni con el error forzado de Ferroni que era para desanimar al más optimista. Pero hubo actitud, no resignación. Y primero Fertoli y luego Fontanini inflaron la red y las gargantas de los hinchas.
Cambió Newell’s. El innecesario e improductivo triple cinco fue erradicado y la presencia de Figueroa le dio fútbol. Con el pase bochinezco a Fertoli en el primer gol justificó su presencia, pero dio mucho más. Y hubo otra clave, el rendimiento de Rivero. El pibe llegó al choque con varios aplazos en el lomo y se le estaba acabando el crédito. Pero ayer cargó nafta súper, corrió, quitó, jugó, empujó, metió como nunca y el equipo sintió esa mejoría.
La expulsión de Amoroso tal vez privó a la Lepra de ir por un triunfo que hubiera sido merecido. Pero el ratito de Formica ilusionó a todos. Fue como un trailer cinematográfico de una película que los hinchas ya vieron y mueren por más. Las dos versiones anteriores generaron aplausos, y el ratito de anoche puso de pie a la platea. Hubo pisadas, amagues, pases precisos, calidad innata, un placer para la vista.
El Gato emociona, e ilusionada. Y el equipo parece querer estar a su altura. Ayer puso actitud, entrega, jugó con energía. No pudo ganar, es cierto. Pero a veces vale más un empate con potencial, que una victoria casual. Y este Newells en construcción mostró que tiene buenos cimientos.