Ganó Newell’s. Y empieza a ser una sana costumbre. La Lepra superó el segundo escollo inicial de la Copa de la Liga y derrotó con autoridad a Lanús 2-0, para hilvanar una seguidilla de victorias como visitante que en otros tiempos era impensada. Ever Banega puso su magia en la cancha y el resto lo acompañó para redondear un triunfo esperanzador para el equipo de Larriera.
Banega vino para ser protagonista. Lo demostró al debut en la Copa de la Liga con apenas un par de entrenamientos en el lomo. Y lo ratificó en cancha de Lanús, donde imantó la pelota mientras estuvo en el campo de juego y desde ese manejo de balón, hizo que Newell’s fuera protagonista. Ubicar a Ever en un lugar del campo de juego es imposible.
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En el dibujo táctico inicial, ese que aparece en la pantalla televisiva, es una especie de enganche, un mediocampista adelantado por izquierda. Pero el ex Sevilla juega con libertad absoluta, a veces aparece cerca del, otras próximo al área rival, en ocasiones se tira a alguna banda para armar sociedades, y cuando las salidas se cierran, saca a relucir el mapa de la cancha que tiene en la cabeza y descomprime con un toque o un pase largo. Eso sí, siempre a un compañero.
En ese contexto, a la Lepra le fue fácil ser protagonista en el sur bonaerense. La presión alta fue otro argumento para recuperar la pelota en campo de Lanús o en el propio, cuando el apuro obligaba a los jugadores granates a sacarse la pelota de encima sin precisión.
Tal vez el déficit de la Lepra pasó por transformar tanto dominio en chances de gol. Porque Méndez no pudo sacar rédito de sus subidas, y Martino y Aguirre fueron más dominantes, pero siempre hicieron una demás. Hubo un centro del lateral zurdo que encontró un cabezazo desviado de Ramírez, para dejar en claro que ahora Newell’s juega con un nueve de área.
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Hay mérito de Larriera, sin dudas. Poner en cancha a Rodrigo Fernández, quien llegó hace pocos días, fue un riesgo que decidió asumir y le salió muy bien. Y la otra apuesta, ubicar a Guillermo May como extremo por derecha, una posición que no conoce tanto y con perfil cambiado, parecía demasiado osada.
Pero el gol de Newell’s le dio la razón. May recuperó una pelota en salida rival, metió una diagonal en busca de un pase filtrado, y cedió a Aguirre, quien le dio de primera con potencia y dirección para anotar un golazo.
Lanús intentó emparejar el partido a lo guapo. Sumó delanteros y empezó a meter centros, con Boggio movedizo y por momentos indescifrable. Newell’s, lejos de buscar comodidad en el retroceso, salió a pegar un segundo golpe que definiera el pleito. Y fue con una jugada con toques rápidos y verticales, lo que parece un sello distintivo del equipo de Larriera.
Robó el Pitbull Fernández, cedió a Ever, que metió un pase de primera exquisito para que la carrera de Méndez tuviera sentido y el uruguayo metió un centro atrás para el nueve. Sí, la Lepra juega con un centroatacante que no dudó en darle como venía y poner el 2-0.
Hubo una gran atajada de Macagno, algunos buenos cierres de Velázquez y Glavinovich, y cierto cansancio que obligó a la salida de los refuerzos, lo que deterioró el funcionamiento en la parte final. Pero Newell’s no se inquietó. Hoy se siente seguro en su idea y por eso lidera su grupo tras meter dos triunfazos fuera del Coloso. Los zapallos se acomodaron antes de lo que Larriera imaginaba.