Los partidos tienen momentos que marcan el rumbo. Algunos positivos, otros negativos. Y también influyen en lo anímico, pasando de la depresión al delirio muchas veces sin un justificativo real. Y la duración de estos lapsos condicionan el resultado final, como sucedió en el Coloso en el empate 2-2 entre Newell’s y Gimnasia, un cotejo que la Lepra tuvo que remontar a puro esfuerzo y casi lo gana en el cierre.
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El Rojinegro arrancó mal. Y mucho tuvo que ver la ausencia de Juan Sforza. Heinze optó por reemplazarlo con Iván Gómez y en lugar de solucionar un problema, sumó otro, ya que el ex Estudiantes no se siente bien de cinco, tiene una tendencia a salir a marcar fuera del radio habitual del volante central y dejó un hueco que aprovecharon Lescano y Miramón. Y Portillo es un interno de juego, no de marca. Y Newell’s le dejó manejar la pelota a Gimnasia.
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Desconcertado, desacomodado, incómodo, el equipo de Heinze se encontró de golpe con un 0-2 sorpresivo. Un pase a espaldas de Mosquera sin ayuda de Portillo permitió que Benjamín Domínguez defina fuerte al primer palo de un Hoyos sorprendido; y Tarragona, con tiempo y espacio en la zona del ausente Sforza, definió con precisión desde fuera del área para poner a la Lepra con un resultado que parecía irremontable.
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Pero como todo partido, un “click” puso a Newell’s otra vez en competencia. Una pelota parada de Ferreira quedó suelta en el área y Ortiz metió una cabriola para descontar. Como Méndez con Audax, aunque en el otro arco.
Con Newell’s en juego, el Coloso se encendió. Y el impulso de la gente se trasladó a la cancha. Las divididas dejaron de ser del Lobo, Aguirre empezó a complicar con su velocidad y la posibilidad de igualdad empezó a ser algo factible. Y Romero tuvo que cambiar a los dos volantes de contención, Miramón y Sánchez, por estar amonestados. El partido ya era otro, y con Gómez lesionado el Gringo optó por Montenegro y mandó a Portillo de cinco. Y eso también torció el partido.
Es que un zapatazo lleno de comba de Montenegro puso el 2 a 2. Un resultado impensado 30 minutos antes, cuando el envión del partido era claramente de Gimnasia. Si el partido necesitaba una zona de suspenso final, Heinze metió un triple cambio raro, para quedar en defensa con una línea de tres con Giani de carrilero y un Pablo Pérez para intentar un pase de gol final.
Y casi lo gana Newell’s. Con un cabezazo de Mansilla que Recalde mandó a la red, pero fue offside porque en el camino Ortíz intentó puntear la pelota. Finita, pero Tello en el VAR no quiso comprometer a Herrera y al final fue empate. Con bronca, pero sin reproches a un Newell’s que dejó todo.