La fiesta estuvo lejos de ser completa. Por el contrario, una jornada que pintaba para ser una celebración interminable terminó en pesadilla. La presencia de Diego Maradona en el Coloso fue una distracción imperdonable. Y Newell’s se comió un golpazo inesperado.
El fervor que generó la fiesta previa con Maradona no tuvo continuidad en la cancha. Los temores previos de Kudelka se hicieron realidad. Newell’s arrancó impreciso, inseguro, con fallos defensivos que hacía mucho no mostraba. Con poquito el Lobo lo inquietó, aunque las limitaciones propias del peor equipo del torneo quedaron a la vista y los de La Plata no pudieron aprovechar algunas gentilezas.
Moreno acelerado, Denis muy lento, Maxi alejado de la pelota y Albertengo impreciso. A la Lepra le costó horrores hacer pie, como si hubiera perdido la memoria futbolística que le impregnó Kudelka desde su llegada. Echarle la culpa del flojo primer tiempo leproso a Diego y su homenaje sonaba injusto.
Pero en la cancha esa sensación pasó a ser la mejor excusa. Así y todo, con empuje el Rojinegro generó diez tiros de esquina a favor, aunque tampoco lastimó con un argumento que este torneo parece ser confiable.
Kudelka intentó modificar el envión negativo con el ingreso de Mauro Formica, pero mientras el Gato buscaba acomodarse en cancha, Gimnasia aprovechó una inestable y desconcertada defensa leprosa y definió el pleito con tres bofetazos. Errores forzados, distracciones, pifias, un show completo de desaciertos puso a los 12 minutos al Lobo 4-0. Inesperado en la previa, lógico por el desconcierto que se veía en cancha.
El partido tuvo media hora de sobra. Y Newell’s se quedó mirando la fiesta de Maradona desde adentro. Al final fue fiesta para Diego y pesadilla en el Parque.
