Hacer un buen partido depende de muchas variables. El planteo propio impone postura, el rival hace lo suyo, y también está el rendimiento individual de los jugadores. También hay fallos arbitrales que influyen y a veces la suerte, buena o mala, ayuda o perjudica. Por eso es difícil anticipar el desarrollo de los partidos previamente, aunque los antecedentes busquen imponer posturas.
Newell’s llegó a Liniers con una producción previa que ilusionaba con tener continuidad. El propio Kudelka vaticinó un partido interesante y abierto. Pero a la hora del planteo, el DT leproso entendió que salir a jugar golpe con golpe ante Vélez era peligroso, casi un suicidio. Y prefirió ser mezquino, armar cerrojos para que la dinámica de los pibes de Heinze no se sufriera tanto. Y tal vez no estuvo tan mal pensar el partido así, al fin y al cabo llevarse un punto de Liniers no era mal negocio, para la tabla de arriba y la de abajo.
Pero hay muchas variables en un partido, y Newell’s ayer falló en lo individual, y eso expuso lo colectivo.
Aguerre fue a buscar la pelota al fondo del arco tres veces. Las únicas tres veces que Vélez pateó al arco. Dos de ellas se generaron por errores individuales. Un Bíttolo dormido que habilitó a Domínguez en el primer gol, y un Maxi lento que perdió una pelota en ofensiva que dejó a toda la defensa a contrapierna en el segundo. Y a partir de esas fallas, la visión condenatoria al planteo poco ambicioso de Kudelka surge espontáneamente.
Falló Maxi, no apareció Formica, corrió sin sentido Cacciabue, Alexis estuvo fastidioso y los laterales fueron un espanto. Así no hay planteo que aguante, aunque tal vez la postura propuesta por el técnico haya influido en el mal desempeño de algunos futbolistas.
Lo real es que Vélez le puso un freno a Newell’s. Ese impulso que traía tras dos victorias en casa se detuvo, como tantas otras veces cuando el equipo sale del Parque. Y el golpe fue un toque de realidad necesario, para entender que olvidar la tabla de promedios tan pronto puede ser un error.