Cuando Prediger recibió un pelotazo y se detuvo el juego, D’Alessandro discutía con Fernández y Martínez por lo mal que estaba jugando River. Mérito de Newell’s, que propuso un 4-3-3 inteligente. Pasando líneas con pelotazos frontales o cruzados al vacío, para las corridas de Formica, Maxi o Scocco, frente a una defensa visitante que se expuso a un peligroso mano a mano.
La marca de Prediger sobre Pity fue el primer triunfo táctico de Osella sobre Gallardo. Bien plantado Sills en el medio, sin arriesgar demasiado Amoroso por izquierda. Y con Advincula transformándose en un volante más a través de atinadas proyecciones. Batalla, con tres atajadas, fue responsable de que la Lepra no se fuera en ventaja al entretiempo.
Saliendo rápido de contragolpe, aprovechando el lento retroceso de un mediocampo rival con neta vocación ofensiva. Ese fue el partido que más le convino y mejor le sentó a Newell’s.
Después del gol de penal de Scocco, el propio artillero se convirtió en el delantero que más colaboró en la ocupación de espacios libres en el medio. Por momentos, para apuntalar a Sills cuando se venían los volantes riverplatenses contra el área de Pocrnjic.
Osella apostó por el ingreso de Isnaldo para fortalecer el sector en donde River tenía más elaboración de juego, con D’Alessandro, Driussi y Moreira. Con la ventaja en el bolsillo, Newell’s extremó cuidados defensivos con una implacable tarea de Formiliano y Moiraghi. Y ganó con autoridad.