Dos partidos y dos triunfos consecutivos (no sucedía desde hace 17 meses), notable superioridad desde el juego, increíble carencia en la definición. Si bien en Santa Fe fue 3 a 0 contra Colón, hubo dos goles en tiempo adicionado, cuando el rival tenía nueve jugadores. Lo de ayer, en ese rubro, fue peor, porque el partido terminó en un centro frontal de Gaitán con formato amenazante. Y no era justo padecer por esa acción. Simplemente porque el juego debió haber estado cerrado.
El fútbol de Newell’s genera óptimas expectativas, no tiene problemas en defensa y suele dominar desde una buena presión en el medio. Hernán Villalba es el mejor suplente que dispone Martino, potencialmente es mucho más jugador que Mateo, pero las trayectorias suelen respetarse en el fútbol. Bernardi está suelto y luce. Mientras Pérez y Figueroa están en crecimiento.
Arriba el equipo llega bien, es profundo, claro, pero Sperduti y Urruti son una máquina de fallar. El Gordo hizo el gol del triunfo, y quizás eso le alcanzó para ser figura, pero no es confiable cuando queda mano a mano. Urruti es el goleador con peor promedio de efectividad, considerando las chances que dispone con lo que convierte, pues entre los dos partidos tuvo una docena de posibilidades y apenas hizo un gol, el tercero contra Colón.
Los volantes que son artífices del dominio tampoco marcan, y así los partidos se complican más de la cuenta. Cerrar los encuentros es una materia pendiente demasiado importante. Ganó dos veces en serie porque enfrentó a dos equipos malos que están en un momento crítico. Pero si sigue dando semejante ventaja se va a complicar la vida solo. Y es una pena, porque intenta ser agresivo y logra conseguirlo, pero no lo sabe definir.