Preocupante. Inesperado. Justificado a partir de un cambio de esquema que fue un experimento sin sustento táctico. Un golpe duro en la previa a un Clásico donde Newell’s intentaba llegar fortalecido. Si la Lepra pretendía sumar fortalezas antes del partido con Central, el 4 a 1 que le propinó el Pincha fue una bofetada que lo puso en realidad y obligará a todos a ponerse serios de cara a un partido donde habrá demasiado en juego.
No hizo falta muchos minutos para darse cuenta que la línea de tres leprosa no estaba bien trabajada. Vangioni retrocedía demasiado para compensar su falta de físico, Velázquez se mostraba inseguro al volcarse demasiado a la derecha, y Salcedo tapaba agujeros como podía, lidiando con dos grandotes como Carrillo y Giménez.
Tampoco estaba cómodo Fernando Cardozo, dudando entre atacar o defender a Piatti, quien inteligentemente se abría para quedar liberado. Y entre esas dudas, el paraguayo hizo poco y nada. Y Carabajal, el reemplazante de Banega, tuvo un mapa de calor cortito, ya que se movió poco para pedir la pelota y construir juego.
Nada resultó. Todo fue improvisación. Y la goleada final fue consecuencia de una decisión errónea de Sebastián Méndez desde el planteo y de la ausencia por distintos motivos de jugadores titulares que no tienen reemplazante confiable.
Con tanto desorden, ni siquiera el gol tempranero de Tomás Pérez, tras gran centro de Carabajal le dio estabilidad y tranquilidad a la Lepra.
La vulnerabilidad de Newell’s en defensa era tan evidente que cuando Salcedo se fue de la zona tras quitar una pelota luego perdida por Francisco González, el Pincha metió un pase en la zona donde no estaba el carcelero leproso, y Carrillo con potencia vulneró a Macagno con Velázquez y Vangioni ofreciendo escasa resistencia.
El segundo golpe fue simple. Otra vez Estudiantes explotó la vulnerabilidad de la zaga leprosa. Estudiantes puso la pelota en la espalda de un adelantado Calderara y en el centro apareció Piatti a la carrera para empujar la pelota a la red, con Cardozo rogando para que alguien lo salvara ya que había perdido la marca.
Perdido, desorientado, expuesto defensivamente, y con jugadores resignados a la derrota. Llegó el tercero de Carrillo, con otra jugada donde Vangioni perdió dos veces y el pibe Pérez quedó expuesto por tapar agujeros. Y el cuarto de Piatti, en una acción donde los futbolistas leprosos se confiaron con una pelota que parecía irse al lateral y luego fueron espectadores del gol de Piatti.
Pudo ser peor. Pero Estudiantes prefirió florearse antes que propinarle a Newell’s una goleada histórica. Lo perdonó. Lo vio en la lona y le tuvo lástima. Lo dejó respirar para ver si sobrevive en la semana y logra recuperarse en un Clásico donde llega anímica y futbolísticamente destruido.