Sin palabras. El vestuario leproso sintió el golpe de una derrota muy dolorosa y tanto Gustavo Raggio como los jugadores se retiraron del estadio sin dar declaraciones. Y sin dudas esta situación poco habitual abrió la puerta para distintas versiones, en especial aquellas que señalan una posible renuncia del entrenador.
Hablar después de una derrota en un clásico, donde la expresión futbolística fue tan pobre, donde una vez más el equipo cayó en la trampa táctica del rival, no era una misión sencilla para Raggio. Pero el DT siempre dio la cara y esta vez no había razón para pensar lo contrario. Por eso aparecieron las especulaciones, relacionadas en su gran mayoría con una posible renuncia del entrenador, o al menos con una idea de Raggio de pensar bien lo que sucedió y lo que viene, antes de tomar una decisión.
No hay dudas que Raggio no llegó al partido con la soga al cuello. Este no era un partido “saca técnico” y sin dudas nunca se le debe haber cruzado a Carozo pensar en qué hacer en caso de una derrota. Pero el golpe fue duro. La imagen del equipo, que ya venía en baja con cuatro partidos sin ganar, se empalideció aún más, y posiblemente el técnico, con la calentura por la derrota, haya preferido pensar los pasos a seguir antes de hablar. Ahora restará saber si irse sin hacer declaraciones fue sólo una estrategia, o fue producto de la calentura por la derrota, o realmente significó un planteo del DT sobre su continuidad. ¿Se irá? La respuesta no tardará en llegar.
El papelito fue un papelón
El fútbol presenta situaciones curiosas, pero que en un clásico el entrenador le haga llegar indicaciones tácticas a sus jugadores por intermedio de un papel muestra claramente que hay un problema de comunicación que debería revisarse.
Iban 20 minutos del complemento y Lucas Hoyos, arquero suplente, le alcanzó a Oscar Ustari una hoja de papel donde Raggio le había dibujado tácticamente cómo debía pararse el equipo con línea de tres y Villalba como líbero.Ustari leyó el papel y se lo entregó a Leandro Fernández, quien lo miró con asombro e inmediatamente se lo dio a Lucas Beranrdi (era lateral para Central y se había detenido el partido). El capitán leproso comenzó a observar lo que estaba escrito con detenimiento, una situación que estuvo emparentada con el amateurismo. Ahí apareció Loustau, quien le ordenó a Bernardi entregarle el papel, mientras el mediocampista le decía que no tenía porqué aceptar y, de paso, le indicaba a Villalba cuáles eran las instrucciones tácticas escritas en el papel. Demasiada improvisación para un partido tan importante como un clásico.
¿El final de un ciclo?
Perder un clásico siempre obliga a replanteos, conlleva a un análisis más profundo, porque obviamente el partido lo demanda. Enfrentar al rival de toda la vida no es un paso más en el torneo, incluso muchos mencionaron que este era el partido del semestre, y por eso las consecuencias, tanto en el triunfo como en la derrota, deben ser más significativas.
Newell’s perdió una vez más ante Central, siendo la tercera derrota consecutiva ante el mismo rival en menos de dos años, lo que golpea aún más. Pero lo más preocupante es que Russo volvió a plantear el mismo partido que hace un año y el técnico y los jugadores de Newell’s cayeron una vez más en su trampa. Y cuando uno no tiene respuestas a algo que sabe que va a suceder, hay que pensar en falta de capacidad o de actitud. Y en ambos casos la situación obliga a tomar medidas.
Raggio no llegó a Arroyito con la presión de un partido “saca técnicos”. Newell’s no venía derecho (acumulaba 4 partidos sin ganar), aunque tampoco el tema era tan dramático. Pero una caída tan dolorosa, sin respuestas dentro y fuera de la cancha, obliga a cambios inmediatos sí o sí.
Tal vez no sea justo caer sobre Raggio, quien falló feo en el planteo, mostró errores que abren dudas, pero tampoco es el principal culpable. Lo que sí es un hecho irrefutable es que Newell’s debe cambiar profundamente desde lo futbolístico. Martino ya no está, y lo que presenta el equipo en cancha es un insulto a su legado.
Es tiempo de barajar y dar de nuevo, entender qué es lo mejor para este plantel, recuperar a Maxi y Scocco, que empalidecen su imagen a partir de la impotencia que se ve dentro de la cancha, crear otro Newell’s. Esa debe ser la premisa, con o sin Raggio.