Las postales del final de un partido suelen quedar bien grabadas en la memoria futbolera. Quizás por una cuestión temporal o, simplemente, porque resultan más impactantes al definir el curso de la historia. En Newell’s se lamentarán hasta el próximo semestre –y un tanto más también- por esas dos chances de Maxi y Scocco que no pudieron darle esa ansiada y desahogante victoria en el Clásico. A Central pareció interesarle poco y nada haber quedado afuera de la pelea por el campeonato. No se desvivió por conseguir un triunfo. Es más, cuando promediaba el segundo tiempo, ya estaba aferrado a ese empate que sostuvo la folclórica paternidad de los últimos años desde que volvió de la B Nacional. Pobreza cero.
A puro reflejo, Sosa protagonizó la atajada más importante de su carrera, en ese chanflazo de Maxi que tenía destino de gol. Ni siquiera pudo Scocco tras desairar al arquero uruguayo y tener todo el arco a disposición para liquidar el Clásico. Le faltó una centésima de segundo para asegurar el zurdazo y evitar el cruce cuasi milagroso de Salazar.
Central ya le había bajado la persiana al Clásico. Sin exhibir una puesta en escena propia de otras tardes, tampoco mostró instinto depredador para ir por los tres puntos que lo mantuvieran en carrera de la lucha por el título. Anduvo al trotecito por el Parque. Cervi tuvo desequilibrio individual pero no encontró compañía en Lo Celso, Colman y Aguirre. Y así Ruben quedó a merced del rigor en la marca que ejercieron Cáceres y Paz.
Tácticamente, el Clásico se jugó más a pedir de Osella que de acuerdo a la voluntad de Coudet. Tuvo más lapsos favorables Newell’s que Central en el partido. Fertoli, Mateo, Elías y hasta Advíncula marcaron los ritmos de la intensidad que tanto reclama el DT. Presión alta, recuperación de pelota y salida rápida. Formica inquietó a espaldas de Musto y Boyé exigió a Sosa con un zurdazo.
Central estuvo irreconocible. Pocrnjic debió intervenir una sola vez en toda la tarde, cuando debió rechazar un centro cruzado con los puños. Un zurdazo de Lo Celso y una volea de Cetto, ambas desviadas, fueron las únicas aproximaciones de la tarde. Ni siquiera mejoró la producción cuando Coudet incluyó a Herrera como segundo delantero.
estuvo más cerca que Central pero no pudo ganarlo. Ni el tiro del final le sale a Newell’s -aún cuando lo merece- para volver a festejar en el Clásico. Pobreza cero en el Parque.
Al final todo fue en paz
El Clásico llegó con un clima enrarecido, a partir de lo sucedido en el Banderazo, que incluso involucró al gobierno nacional con un llamado de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich sugiriendo jugar a puertas cerradas, y el posterior ‘apriete’ de hinchas leprosos el plantel en Ricardone.
Pero finalmente la jornada no tuvo incidentes y el operativo realizado por la provincia que incluyó a 900 efectivos terminó con éxito.
“Clásico rosarino, todo transcurrió de acuerdo al plan #clásicoenpaz”, escribió el ministro de Seguridad provincial Maximiliano Pullaro en su cuenta de Twitter una vez que concluyó la jornada.
Obviamente hubo una celosa tarea del ministro Pullaro, que desde temprano supervisó toda la acción policial en el Coloso, en especial la llegada y salida del micro del plantel de Central y el de los directivos canallas, que más allá de alguna corrida fue sin inconvenientes. En la previa, en la requisa al club, se secuestraron 45 potes de humo en un depósito y unos cajones con fernet en la platea este. Al final fue todo en paz. Y les dieron la razón a las autoridades locales a la hora de sostener la presencia de público en el Coloso.