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Ni democracia ni libertad ni República: una ideología patotera de clase alta

El macrismo se pasea por la actualidad mientras los medios del poder le dan protección y nombradía. Por si esta impunidad fuese poco, esmerilan y torpedean al gobierno popular hasta llegar a paralizar algunas instituciones o iniciativas significativas

Osvaldo Pellin (*)

El gran argumento de la derecha ha sido la violencia a lo largo de la historia política. Los argentinos la hemos vivido muchas veces con una actualización en nuestros días a través de grupos de filiación macristas, que en base a una desobediencia cívica absurda se declaran en contra de la única arma útil con la que se cuenta para defenderse de la difusión del coronavirus: el aislamiento y el distanciamiento social. Con su prédica ellos han contribuido a la difusión de los contagios en distintos distritos del país. Se llega al insólito caso de quemar barbijos en la plaza de la República o agredir a móviles del canal C5N cuando se pretende registrar sus movilizaciones de protesta. El problema no está en la materialidad de los hechos, está en su profunda significación saboteadora.
El macrismo se pasea por la actualidad como si estuviera gobernando, aunque con los defectos de siempre. Lo hace en un espacio casi clandestino, quiero decir con escasa visibilidad pública. Claro que, en cuanto lo que pretende llega a verse, empiezan a funcionar sus contactos al mejor estilo Irurzun y la violencia con un actor represor, la Policía de la ciudad de Buenos Aires, configurando todo, una ideología patotera de clase alta.
Jueces y fiscales militantes que han colonizado de manera irreversible el Poder Judicial, y por otro lado el silencio de los medios que no exponen las discrecionalidades habituales de Macri, les dan protección y nombradía.
Además, por si esta impunidad fuese poco, esmerilan y torpedean al gobierno popular hasta llegar a paralizar algunas instituciones o algunas iniciativas significativas, donde el Frente de Todos ha volcado sus mejores expectativas de gestión.
La derecha que encarnan tiene una presencia y una movilidad que supera la natural exposición de un partido que está, en el marco de la democracia, en minoría. Han quedado testigos de su propio palo en casi todos los cuerpos colegiados y ejecutivos del país. Congreso nacional, gobernaciones, intendencias y concejalías de importantes municipios, y en todas esas ubicaciones su actitud política es la misma: obstruccionismo a la mayor escala.
En un proceso político de recambio bajo la tutela del pronunciamiento popular la oposición es importante, pero al huir al debate y optar por el obstruccionismo se convierte en una enfermedad del sistema.
Porque, como queda señalado, huyen al debate, no se ofrecen a dar a conocer sus argumentos. Huyen de la discusión porque todavía tiene peso sobre la conciencia de la sociedad su pésimo gobierno, con tierra arrasada. Cuál va a ser el sentido de su oposición como no sea insistir en los privilegios manejados a discreción por el ex presidente, en seguir con su necia política de mejorar aún más la situación patrimonial de los ricos, donde se encuentran reclutados él mismo, sus amigos y parientes, en un nepotismo de nueva escuela.
Por si todo esto fuera poco accionan sobre la subjetividad de la población anunciado caos y denostando a los funcionarios del gobierno con apreciaciones despectivas que se alternan en disparar.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, que arregló la deuda externa impagable contraída por Macri, fue Sacachispas.
Alberto Fernández, un hombre débil, parecido a Fernando de la Rúa y manejado por la vicepresidenta. La Cámpora, poco menos que un grupo bolchevique.
La derecha se enseñorea pretendiendo volver del modo que sea a detentar el poder político en la Argentina; para ello no mencionan la democracia como puente hacia el poder político. Es que nunca ha sido la observación de las normas vigentes y constitucionales una contención a sus aspiraciones ilegales. Aquellas no son su esencia.
Y ahí los tenemos al acecho, con sus garras afiladas, el prevaricato judicial a flor de piel y los medios de prensa amordazando con la desinformación, la libre circulación de las ideas.
Su actitud golpista ya fue expuesta claramente por parte de sus más representativos dirigentes. El gobierno popular y el pueblo argentino están en riesgo, si la derecha extrema, que representa JxC, continúa socavando impunemente la democracia en la Argentina.

(*) Médico. Ex diputado nacional por el Movimiento Popular Neuquino, afiliado después al Partido Socialista y colaborador de Guillermo Estévez Boero. De vaconfirma.com.ar

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