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Ni héroe ni víctima, persona

Por Daniela Barreiro.- El actor Guillermo Pfening cuenta la génesis de “Caíto” su debut detrás de cámaras con un film sobre un hermano suyo que sufre distrofia muscular y al que introduce en una ficción con pasajes documentales para mostrar sus deseos y proyecciones.

caito

Libertad, fraternidad, amor, discapacidad, deseo. Caíto hace e invita a una reflexión sobre la vida misma, los miedos, las alegrías y las posibilidades de sus protagonistas y de la sociedad toda.

Fue con el objetivo de contar la historia de su hermano Caíto Pfening y la suya propia que Guillermo (encarna personaje clave en Wakolda y, desde hace pocas emisiones, coprotagoniza Farsantes) decidió incursionar en la dirección de cine y estrenar una película que, con gran repercusión y buenas críticas, puede verse esta noche, a las 22.30, en el Cine El Cairo (Santa Fe 1120).

El film, que vira entre la ficción y el documental,  retrata un momento particular en la vida de Caíto. Llegando a los 30, el muchacho siente el deseo de ser padre. Con ese hilo conductor como excusa muestra la historia de amor entre estos dos hermanos, Guillermo que es actor y emigró a Buenos Aires y Caito, un joven con distrofia muscular de Becker, que se quedó en Marcos Juárez.

Guillermo vuelve como director a su ciudad natal con actores, cámaras, luces y un gran equipo técnico para obtener registro documental del común de los días de su hermano. Pero al observar su cotidianeidad descubre un deseo muy profundo: quiere ser padre. A partir de ese momento, Guillermo ofrece a Caíto un relato de ficción para que sea el protagonista de esa historia idílica de formar una familia.

En ese recorrido surge una provocadora aventura de amor entre Caito (30), la Suzuki (30) y Anita (10) en la que los tres escapan de su realidad y emprenden un viaje en cuatriciclo por los campos de la pampa húmeda. “Caíto, Anita y la Suzuki son de esas personas de quienes no se espera que puedan hacer lo que hacen. No se espera que Caíto pueda cuidar a alguien, que una nena se vaya de su casa ni que la puta del pueblo se enamore o quiera estar y compartir sus horas con un pibe con una discapacidad motriz. Ellos se revelan contra esa mirada exterior que en un pueblo es muy fuerte”, contó Guillermo Pfening a El Ciudadano en uno de los cortes de sus grabaciones diarias de Farsantes.

—A pocas semanas de su estreno ¿Cómo estás viviendo la recepción de “Caíto”?

—Estrenamos todas las semanas, estoy cansado pero muy contento. En El Cairo vamos por la tercera semana, estrenamos en Córdoba y estamos preparando Santa Fe,  Paraná, Mendoza y Bariloche. Pasó lo que yo pensaba que iba a pasar, funcionó el boca a boca.

—Si bien el objetivo es contar la historia de Caito y la tuya ¿Qué fue lo que quisiste reflejar y generar a través de la película?

—Quería reflexionar sobre la cotidianeidad de mi hermano Caito, reflexionar con el cine y, a través del cine, sobre la vida de mi hermano. Caito termina siendo una película adentro de otra película. Estamos queriendo hacer una película pero dentro de ese formato reflexionamos sobre su vida, sobre la discapacidad, la libertad, la fraternidad, sobre el amor, el deseo de ser padre y sobre el cine mismo. Sobre cómo el cine puede darle la posibilidad a alguien de tener un proyecto, de tener una voz propia.

—¿Dónde está puesto el foco técnico-narrativo?

—Está en la voluntad y el amor, los sueños y los deseos. Después hay cosas formales como la fotografía, el montaje y la mezcla entre el documental y la ficción, cómo fuimos borrando esa línea que los divide. Hice foco en borrar esa línea al igual que en no tener golpes bajos, que no sea un bajón. La idea es que los espectadores salgan transformados y renovados del cine.

—¿Qué sentiste que aportaba esa rotación entre documental y ficción?

—Empezamos a filmar una ficción, pero nos dimos cuenta que lo más interesante era el proyecto en sí mismo, estos hermanos queriendo hacer una película. Dar cuenta de qué puede llevar a una persona con una discapacidad motriz a hacer una película, contar sus deseos y sus sueños y que la película hable de todo, no sólo de ese sueño particular (el de ser padre) sino de cómo, a través del cine, vamos a completar o a desarrollar ese sueño, ese deseo.

—Tu vida también está muy ligada al cine y es una posibilidad de llevar a Caíto a ese mundo…

—Claro, de alguna manera es ponerlo a él al frente y que sea el actor de una película, él, que miraba mis películas desde Marcos Juárez. Esta es una manera de que él también tenga esa oportunidad.

—¿Sentís que hacen un aporte en un momento de reconocimiento de minorías y búsqueda de igualdad?

—Creo que sí, que la película pone sobre el tapete un par de debates que están buenos y, sin ser una película panfletaria, te hace pensar en muchas cosas como consecuencia de lo que estás viendo: una relación de amor de una persona que tiene una discapacidad motriz pero al que no se lo toma ni como un héroe, ni como una víctima. Muchas veces en la representación en cine o en teatro de las personas con discapacidad se los toma como héroes o víctimas, acá se lo toma como una persona con sus alegrías, sus berrinches, sus tristezas, sus malhumores, su luz y su oscuridad también.

—¿Cómo vez la actualidad del cine nacional desde el lugar de realizador independiente con “Caíto” y en la faceta más comercial con “Wakolda”?

—Eso es lo bueno que tenemos en Argentina, se pueden ver las dos cosas a la vez. Eso es gracias al Incaa y a una política de Estado que apoya la cinematografía nacional porque cree que es una herramienta cultural para que la gente se identifique y para poder reflexionar acerca de nuestras costumbres. Se tiene que ir mejorando el tema de las proyecciones que es desfavorable para las películas chicas, pero es una lucha que hay que dar.

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