“Si había dinero para los retiros voluntarios quiere decir que hay para que los muchachos aguanten un par de meses más”, razona Pablo Reguera, secretario General del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de San Lorenzo (Soea). El dirigente se refirió así a la eternamente grave situación de la aceitera Buyatti, de Puerto San Martín, donde este lunes se terminó el último contrato con la firma –que era de acopio y no de molienda, por lo que estaban en planta 30 de sus 80 trabajadores– y cuando todo el personal debía presentarse las puertas estaban cerradas con candados y con un móvil policial afuera. De inmediato se disparó un conflicto que recién encontró una posibilidad de cauce este miércoles por la mañana, en una audiencia virtual en el Ministerio de Trabajo de la provincia directivos de la firma de la región y de Reconquista se comprometieron a no avanzar en despidos –tampoco en los retiros voluntarios que había ofrecido este martes– y los trabajadores levantaron el piquete que habían dispuesto en el lugar. La tensa calma continuará hasta el próximo miércoles 9, para cuando los responsables de la planta presentarán un posible plan de continuidad con las condiciones para que sea viable, pero con todos los trabajadores adentro.
La planta arrastra problemas de larga data, algunos estructurales y otros no tanto. Ocurre que hay una coincidencia de accionistas de Buyatti con otros de Vicentin, la principal agroexportadora de capitales santafesinos, con sede en la ciudad de Avellaneda, que está en debacle por presunto vaciamiento, y dejó un tendal de deudas sin pagar. Vicentin tiene una planta de molienda en el Cordón Industrial, con muelle propio y capacidad de 16 mil toneladas diarias. En cambio, Buyatti no tiene muelle propio y su capacidad es de 3 mil toneladas por día, explicó Reguera. Y completó que, con esas diferencias, una tonelada de harina puesta en bodega de un buque en Buyatti ronda los 25 dólares, mientras que en Vicentin y otras plantas de la región cae a 18 dólares y e incluso puede bajar hasta 15 o aun 12 dólares.
“Por eso el último contrato que tuvo fue de acopio y no de fasón”, marcó Reguera, que lamentó que el sector productivo de la planta está literalmente parado desde el bimestre junio-julio de 2019, desde cuando sólo se utilizan los silos. Por ello, de la planta total de trabajadores medio centenar permanecían en guardia pasiva, y sólo una treintena venía cumpliendo labores, en dos turnos de 15.
Terminado el último contrato, Buyatti ofreció retiros voluntarios a todos, bajo la advertencia de un cierre total. “Pero en marzo ya viene la soja”, advirtió Reguera.
La situación de la firma se traduce directamente en su funcionamiento: “En los últimos 36 meses, sólo se trabajaron 9”, admitió Reguera, y volvió a poner la falta de un muelle propio para abaratar costos de logística como el principal escollo. Pero a la par recordó que para facilitar la continuidad los trabajadores aceptaron condiciones salariales a la baja: los que estaban en guardia pasiva sólo recibían el básico completo –de 60 mil pesos hacia arriba– y quienes cumplían tareas lo hacían con un 50 por ciento del salario remunerativo y el otro 50% sin aportes y contribuciones lo que en general les representa a las patronales pagar unos 9 sueldos y medio por cada 12 completos.
En ese clima transcurrió la audiencia de este miércoles, de la que el titular del Soea resaltó la preocupación del ministro Roberto Sukerman por evitar el cierre de la planta y garantizar los puestos laborales: “Los intimó a no hacer despidos ni retiros. El Ministerio está actuando de la manera correcta”, reconoció.
Con todo, lo cierto es que hasta la próxima semana no hay más en carpeta que esto, y el gremio aceitero local –que es autónomo y está separado de la Federación Nacional– espera que la firma presente un plan que permita “llegar hasta marzo”.