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Niépce, el pionero de los fotógrafos

Por Rubén Alejandro Fraga.- Esta semana se cumplieron 187 años del día en el que el litógrafo francés tomó la que muchos consideran la primera foto.


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Ilustración: Facundo Vitiello.

Esta semana se cumplieron 187 años del día en el que el francés Joseph Nicéphore Niépce tomó la que para muchos es considerada la primera foto permanente de la historia, un paisaje llamado “Punto de vista desde la ventana en Le Gras”.

Niépce era un químico, litógrafo y científico aficionado francés que había nacido en el seno de una familia de terratenientes, el 7 de marzo de 1765, en la ciudad de Chalon-sur-Saône, en la región de Borgoña.

Desde joven Niépce se interesó en la litografía y más adelante comenzó a realizar reproducciones ópticas de imágenes copiando obras de arte. Para ello utilizaba los dibujos que su hijo realizaba en piedra litográfica.

Como Niépce nunca fue un buen dibujante, cuando en 1814 su hijo Isidore se alistó en el ejército y él se quedó sin sus cualidades artísticas se le ocurrió emplear una cámara oscura, junto con las sales de plata sensibles a la luz, para tratar de conseguir imágenes fijas.

Así, Niépce empezó utilizando la piedra como soporte para fijar las imágenes, aunque desistió por los grandes problemas que acarreaba. Siguió con el papel, luego con el cristal y, por último, con diversos metales como el estaño, el cobre y el peltre.

Obtuvo las primeras imágenes fotográficas de la historia en 1816, aunque ninguna de ellas se conservó. Las imágenes terminaban por borrarse, puesto que no lograba fijarlas al soporte. Eran fotografías en papel y en negativo, pero como a muchos otros inventores de esa época, a él no le interesaba obtener imágenes negativas, así que abandonó esta línea de investigación.

Un par de años después, ya en 1818, obtuvo imágenes directamente en positivo, sacrificando así la posibilidad de reproducción de las imágenes, por ser las obtenidas imágenes únicas.

Al procedimiento utilizado Niépce lo llamó heliografía (del griego helios, “sol”, y grafía, “escritura” o “dibujo”), distinguiendo entre heliograbados –reproducciones de grabados ya existentes– y puntos de vista –imágenes captadas directamente del natural por la cámara–.

Sus mejores resultados los consiguió cuando decidió untar betún de Judea sobre placas litográficas para inmortalizar sus imágenes.

En 1822, Niépce tomó un grabado del papa Pío VII, y lo untó en aceite para hacerlo transparente. Expuso ese grabado a la luz del sol, dejando la placa untada en betún detrás, de tal modo que la luz del sol pasase a través de las partes claras del grabado endureciendo la capa de betún de Judea a la placa, dejando las partes de sombra sin endurecer.

Después, tomó la placa litográfica y la sumergió en aceite de lavanda, de tal modo que las partes no endurecidas se disolvieron, dejando el grabado plasmado en la placa. Esta réplica del grabado del papa Pío VII se perdió, y pocos años después llegarían las que serían las primeras fotografías conservadas.

Al respecto, existe mucha controversia para determinar cuál fue verdaderamente la primera de ellas, aunque la que se reconoce como la primera fotografía de la historia es “Punto de vista desde la ventana en Le Gras”, que fue tomada por Niépce, el 18 de agosto de 1826, desde una ventana del tercer piso de su casa de campo en Le Gras, Saint-Loup-de-Varennes, Francia.

Otros, en cambio, consideran que la primera foto de Niépce es “Tirando de un caballo”, una reproducción de un grabado holandés, datado en 1825. De hecho, esa foto se vendió en 2002 por medio millón de euros como la primera foto de la historia.

Para contribuir aún más a la polémica, el semiólogo Roland Barthes, en su libro La cámara lúcida (Paidós, Barcelona, 1989), publicó una fotografía de Niépce que según él data de 1822. Se trata de una borrosa imagen conocida como “La mesa puesta”, y cuyo original se conserva en el Museo Nicéphore Niépce.

Después de estas primeras fotografías y muchas otras no conservadas, en 1829, Niépce se unió en sus investigaciones y progresos al pintor e inventor vasco-francés Louis Jacques Mandé Daguerre. Niépce atravesaba una mala situación económica, necesitaba dinero de manera desesperada, había perdido la fe en sus trabajos fotográficos y necesitaba un nuevo estímulo.

Pero su muerte, en 1833, no le permitió llegar a obtener beneficios de su descubrimiento.

Daguerre sería con el paso de los años el principal y primer difusor de la fotografía, y patentó el invento bajo su nombre en enero de 1839.

Pocos meses después el gobierno francés, al ser consciente del alcance del invento, lo declaró como de libre acceso, quitando los derechos de patente a Daguerre, y beneficiándolo a él y al hijo de Niépce, Isidore, con una pensión vitalicia.

Aquella cámara oscura

Para muchos, “Punto de vista desde la ventana en Le Gras” (La cour du domaine du Gras) es la fotografía permanente más antigua que se conserva.

Niépce capturó esa foto con una cámara oscura enfocada en una hoja de 20 por 25 centímetros tratados con asfalto. Como resultado de las ocho horas de exposición, la luz del sol ilumina los edificios de ambos lados.

Después de un fallido viaje a Gran Bretaña para intentar que la Royal Society se interesara en el proceso, Niépce regaló la foto al botánico Franz Bauer. Fue exhibida al público en 1898 por última vez, y posteriormente fue olvidada.

Muchos años después, fue adquirida por el coleccionista Helmut Gernsheim, que volvió a sacarla a la luz en 1952 y Kodak, la empresa que fundó George Eastman, realizó una copia.

En 1973, la Universidad de Texas adquirió la colección de Gernsheim, incluyendo la legendaria foto de Niépce.

La primera instantánea en la que apareció un ser humano se realizó en 1839 y fue tomada por Daguerre. Y la primera en color se debe a la mano del escocés James Maxwell.

Aunque en su momento era difícil imaginar una fotografía instantánea, más allá de lo que se podía lograr con la clásica Polaroid o dispositivos similares de otros fabricantes, hoy con las cámaras digitales se logran no sólo las fotos instantáneas, sino todo tipo de efectos añadidos.

Así, la fotografía ha sido a lo largo de estos casi dos siglos transcurridos desde aquella primera toma del pionero Niépce arte, diversión, negocio, trabajo, propaganda, agitación social y ahora también es el vehículo de un modo nuevo de relación entre personas a través de la redes sociales.

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