Opinión

Crónica del Caos N° 33

“Niñez en riesgo: una barbarie que no cesa”

Las inenarrables consecuencias psicológicas de los abusos físicos y emocionales perpetrados durante la infancia, continúan sangrando en la adultez. Las "comisiones de la verdad" buscan reparar daños y modificar paradigmas


Por Elisa Bearzotti

Cada vez que entro a mirar una noticia en redes, si tengo algo de tiempo, me detengo a leer los comentarios de los internautas que nunca dejan de asombrarme. “Haters”, difusión descontrolada de “fake news” y sandeces varias se entremezclan con un río de frases irrelevantes, poniendo en evidencia como la contaminación informativa inflige el sentido común. Por ejemplo, hace unos días y en medio del crecimiento de casos de dengue, un usuario twitteó la imagen de un mosquito para aclarar que estábamos matando al insecto equivocado porque ese -pobrecito- no era el responsable de la transmisión de la enfermedad, y por lo tanto no había porque cortar su ciclo natural de reproducción. Lo más indignante es que la reciente preocupación por el mosquito se suma al abundante abanico de banalidades que ocupan la atención de las audiencias del mundo, mientras las escuelas baleadas en Rosario y otras partes del planeta terminan siendo un dato más del magma informativo.   

Por eso, con la convicción de que hay hechos que no pueden pasar desapercibidos, las comunidades educativas de las escuelas atacadas a balazos el fin de semana en los barrios Ludueña y Empalme Graneros junto a los sindicatos docentes se manifestaron esta semana en la Plaza San Martín de nuestra ciudad, reclamando una mayor presencia del Estado frente al avance de las bandas narcocriminales. Durante la protesta, los directivos de ambos establecimientos coincidieron en manifestar que las amenazas vertidas por los tiradores no están dirigidas a los colegios sino que, en una clara muestra de impunidad, expresan una novedosa vertiente de comunicación mafiosa. “Nos usan como correo para dejar sus amenazas en algo que nosotros no tenemos nada que ver”, dijo uno de los directivos de la Escuela 84 en declaraciones a la prensa local. En ese contexto los gremios que agrupan a los docentes públicos (Amsafé) y a las escuelas privadas (Sadop) advirtieron “que si se toca una escuela y un pibe más”, el reclamo “será con cese de actividades o paro”. 

Pero lo más grave de todo es que -de acuerdo a mi punto de vista- esta muestra de crueldad con las infancias y lo poco que importa su cuidado, bienestar y seguridad, nos traslada a un espacio infrahumano, a un punto de decadencia y corrupción que pone en verdadero riesgo la continuidad de la especie. Y lamentablemente, no es algo de reciente data. En ese sentido, podemos decir que cobra una triste relevancia la aparición de las “comisiones de la verdad” impulsadas en varios países para investigar casos de abusos infantiles y adolescentes ya prescriptos legalmente. En Argentina el tema volvió a estar en primera plana luego de las declaraciones de Lucas Benvenuto en perjuicio del conocido conductor televisivo Jey Mammón, y eso alentó a las organizaciones que se vienen ocupando de la cuestión para avanzar en la conformación de una red de este tipo en América Latina y también en nuestro país. Con el objetivo de debatir el tema, el viernes 14 se realizará un evento llamado “Explorando las posibilidad de establecer una comisión de la verdad en respuesta a la violencia sexual en las infancias en Latinoamérica” organizado por la Asociación Civil Aralma y la Red Internacional por los Derechos de la Niñez (Child Rights International Network), que contará con la presencia online de referentes internacionales. Según los expertos, las “comisiones por la verdad” representan “un cambio de paradigma total”. “El juicio nos parece una solución de silenciamiento de la víctima. Es como decir ‘con eso quedate tranquilo’ y el sobreviviente quiere justicia real”, indicó a Télam Sonia Almada, psicoanalista y directora de la Asociación Civil Aralma, coordinadora del evento. En toda Latinoamérica, distintos grupos buscan crear “comisiones de la verdad” -algo inédito en la región- inspirados en las experiencias fructíferas que llevaron adelante varios países, como Australia, Irlanda, Alemania y Canadá. Las características que deben tener estas comisiones son: ser independientes, tener un tiempo determinado de duración, y estar integradas por personalidades de gran prestigio y que no pertenezcan a partidos políticos. “El objetivo central es producir una verdad histórica de un tema totalmente invisibilizado, ocultado y sepultado del que todavía no se quiere hablar”, indicó Almada. 

A nivel mundial, 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 varones han declarado haber sufrido abusos sexuales durante su infancia, según la Organización Mundial de la Salud. Un paso muy importante lo dio Australia en 2017 cuando más de 8.000 sobrevivientes compartieron su experiencia, convirtiéndose en un ejemplo al impulsar desde reformas legislativas hasta un programa nacional de reparación financiera para las víctimas. El informe final reveló que unas 3.489 instituciones estuvieron involucradas en casos de abusos sexuales, ocurriendo el 58,1% de ellos en una institución religiosa, el 32,5% en una organización administrada por el gobierno, y el 10,5% en una que no era gubernamental ni religiosa. A diferencia de los modelos que se impulsan en otros países, focalizados en abusos institucionales, el proyecto presentado en Argentina busca instalar una “comisión de la verdad” sobre abuso y explotación sexual en todos los ámbitos: intrafamiliar, institucional, religioso. “Nuestra propuesta es que se recorra todo el país relevando e investigando los relatos de las y los sobrevivientes para esclarecer hechos, causas-consecuencias, y formas de agredir que son muy distintas entre sí”, indicó Almada. “En Argentina no tenemos estadísticas acerca de la violencia sexual contra los bebés, los niños, las niñas y adolescentes, entonces queremos saber la real dimensión del problema”, señaló la directora de Aralma. 

“Si educamos a los niños en la barbarie serán indolentes ante el sufrimiento”, dijo alguna vez Julio Cortázar. Una expresión durísima para calificar las inenarrables consecuencias psicológicas de los abusos físicos y emocionales perpetrados durante la infancia. La construcción de un mundo amoroso requiere de una niñez cuidada, de otro modo, el padecimiento se hace eterno. Ojalá el compromiso de muchos resuene en los ámbitos políticos adecuados, un paso imprescindible hacia la justicia y sanación de un niño interno que continúa sangrando.

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