Bajo la consigna de promover y garantizar los derechos humanos de niños y jóvenes, un grupo de autoconvocados conformado por trabajadores y talleristas del Irar (Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario) junto a organizaciones sociales, políticas, estudiantiles y sindicales realizó a finales de agosto pasado una jornada cultural en la plaza San Martín (Dorrego y Santa Fe) para presentar en sociedad un nuevo espacio denominado Movimiento Cienfuegos. La jornada, de la que también participaron menores que estuvieron alojados en el Irar, se inició a las 16 del miércoles 29 de agosto pasado con una gran ronda en la que se charló sobre el nuevo espacio, se leyó un documento y finalmente se pintó la primera bandera de la organización.
“Ningún pibe nace chorro”, fue una de las frases que surgió en la agrupación que entre sus objetivos generales se propone “redefinir el espacio físico de contención de los menores alojados en el Irar para que tengan acceso a la educación, salud, higiene y recreación”; “proponer una redefinición del concepto de «recuperación» llevado a la práctica por las instituciones pertinentes en pos de una entrada-estadía-egreso digno”; “mejorar las condiciones de trabajo para todos los trabajadores estatales del sistema de Promoción y Protección de Derechos” y “garantizar la participación activa de las organizaciones sociales en la toma de decisiones respecto a las políticas de promoción de derechos y ante casos de vulneración de los mismos”.
Saliendo a la luz
“Este espacio se empezó a gestar hace cuatro meses y hoy estamos saliendo a la luz”, dijo Guillermo Campana, un abogado de 29 años que trabaja parala Direcciónde Justicia Penal Juvenil en el programa de libertad asistida.
“Inicialmente nos juntamos para hablar de los jóvenes que estaban en situación penal pero por la problemática que atraviesan los pibes hoy día decidimos ampliar un poco la mirada para no caer exclusivamente en esta población. La idea es aumentar la cantidad y calidad de proyectos y propuestas para los jóvenes en los barrios, para que tengan alternativas y no lleguen a ser captados por el sistema penal”, dijo, y remarcó: “Queremos impulsar proyectos pero también ser una herramienta de denuncia”.
En la misma línea se expresó María Sol, una de las talleristas de radio del Irar que realiza un voluntariado universitario: “El movimiento nació con algunos trabajadores y talleristas del Irar y luego convocamos a diferentes fuerzas sociales que se sensibilizan con la situación de los jóvenes en conflicto con la ley penal. Con las charlas nos fuimos dando cuenta que algo más complejo está pasando en diferentes barrios, la muerte de menores, el crimen organizado, el narcotráfico son la lógica perversa en la que se encuentran estos pibes, ya que no casualmente son todos de sectores populares”.
Gonzalo Bonifazi, estudiante de Trabajo Social y acompañante juvenil del Irar, habló de la necesidad de “pensar espacios desde otro lugar, sin tanta reja” y “mejorar los dispositivos que brindala Direcciónde Justicia Penal Juvenil, porque el encierro tiene que ser la última instancia y no la primera de acuerdo a las convenciones y la legislación vigente”.
De esa manera se refirió a la falencia de espacios que aborden el consumo de sustancias, una problemática que golpea a los sectores más vulnerables de la sociedad. “El tema de la adicción y del narcotráfico es como una línea divisoria en el barrio, los pibes son soldaditos, los que laburan para el narco, o los que mejicanean (roban dinero obtenido por la venta de estupefacientes). Y ahí se juntan las mayorías de las broncas”, reflexionó Bonifazi tras sustentar sus dichos con estadísticas sólidas: “Siempre que buscamos el porqué de las infracciones con la ley que comenten los menores, como casos de homicidios, encontramos el narcotráfico y los problemas entre bandas en el medio”.
Un indicio de la falta de políticas que aborden la problemática de menores institucionalizados por cometer delitos se ve reflejada en una cifra estadística que anunció el Movimiento Cienfuegos: el 80 por ciento de los pibes alojados en el Irar son reincidentes (algunos por tercera o cuarta vez), mientras que los restantes ingresan con los 16 años recién cumplidos, la edad mínima punible.
“Te deja traumado estar adentro”
Él tiene 17 años y en menos de 20 meses fue cuatro veces encerrado en el Irar por orden de un Juzgado de Menores, a raíz de delitos contra la propiedad. En un breve testimonio describió el lugar como una pesadilla y agregó que al recuperar la libertad: “Te largan a la intemperie, sin un plano de vida, sin una salida laboral”.
El adolescente dijo que su última detención fue la peor de todas, situación que lo incentivó a realizar cursos de capacitación que ahora promueve entre otros chicos de su edad para que no les pase lo mismo que a él.
“Lo más feo es que pasás frío y una vez casi nos matan, entraron los del GOU (Grupo de Operaciones Especiales) armados y nos dejaron una hora y media en un sector tapado de humo. Esa vez cobramos todos, como si estuviéramos en una cárcel de mayores, y siendo un centro de rehabilitación como ellos dicen no tendría que ser así”, dijo el adolescente tras reclamar: “Tendrían que darle un poco más de apoyo a los chicos, un tratamiento psicológico, porque te deja traumado estar ahí adentro”.
Y agregó: “La convivencia entre nosotros es bastante tranquila, pero te la complica el mismo servicio penitenciario, los mismos directivos. Y si no hacés lo que ellos quieren o te ponés demasiado interactivo te medican. Te pasan a enfermería y la psiquiatra te da pastillas para tranquilizarte. Yo estuve cuatro meses y medio medicado. Mañana tarde y noche, lo hacen para mantenerte tranquilo y que no les presentés una forma de conflicto. A mi me han llegado a cortar las visitas como castigo por alzarme contrala Dirección”.
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