El sábado 3 de junio Rosario volvió a marchar para exigir el cese de las violencias machistas sobre nuestros cuerpos. Este octavo Ni Una Menos recorrió la ribera del Paraná, desde bulevar Oroño hasta el Parque España. Mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans, identidades no binarias, villeras, discas, indígenas, originarias y afros marcharon y dijeron basta a los femicidios y transfemicidios, a los crímenes de odio por la orientación sexual y las identidades de género.
Este 2023 se cumplieron 8 años desde aquel primer estallido que recorrió toda la Argentina. Era 2015. Las cifras de femicidios se venían replicando en los medios de comunicación. La sociedad comenzaba a decir algo que estaba ahí, pero que no se nombraba: nos están matando y eso es un femicidio. Dejemos de usar eufemismos. Dejemos de justificar esos asesinatos de mujeres con el argumento de “la pasión”.
Como suele ocurrir, fue uno en medio de los miles de nombres de esas mujeres asesinadas por el solo hecho de ser mujeres, el que nos lanzó a todas a la calle. En Rosario fue un día gris. Porque llovía, porque los colores con los que las mujeres y diversidades reivindican sus derechos se habían engamado en el negro, porque a Chiara Paez la habían matado acá nomás, en Rufino, al sur de la provincia.
Chiara, su nombre, su rostro, se transformó en bandera. Tenía 14 años y estaba embarazada de ocho semanas. Se lo contó a su novio y eso la transformó en víctima.
Chiara desapareció la madrugada del 10 de mayo de 2015 en Rufino luego de salir con un grupo de amigas y decirles que iba a encontrarse con su novio, Manuel Mansilla, que entonces tenía 17 años. Ese domingo la familia denunció que la adolescente no había regresado a su casa y la Policía rastrilló el pueblo junto a los vecinos para encontrarla.
El cuerpo apareció horas después enterrado en el patio de la casa familiar de Mansilla quien, según la Justicia, la mató a golpes.
En 2017, Mansilla fue juzgado y condenado a 21 y seis meses de prisión. Pero en febrero del año pasado, la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe anuló esa pena al entender que se había “apartado de los principios específicos vigentes en el derecho penal juvenil”.
En marzo de este año, los jueces Guillermo Llaudet, Georgina Depetris y Javier Beltramone establecieron que Manuel Mansilla cumpla una pena de 15 años de prisión.
Otro 3 de junio
Como cada año desde el femicidio de Chiara, Argentina sacó a las calles sus banderas de Ni Una Menos, una consigna que tiene réplicas en todo el mundo. En lo que va del año, en todo el país se registraron 154 femicidios, transfemicidios y crímenes de odio.
En Rosario, esta vez el lugar de convocatoria no fue la Plaza San Martín sino Oroño y el río. La movilización partió a las 15 y se desplazó hasta el Parque España, donde estaba montado el escenario desde el que se dio lectura a la proclama.
El eje estuvo puesto en las distintas formas de violencias que sufrimos las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans, identidades no binarias, villeras, discas, indígenas, originarias y afros. Violencia simbólica, mediática, obstétrica, política, física, sexual, psicológica, laboral, económica, en la casa, en la calle, en el trabajo y en nuestros vínculos afectivos.
Entendiendo que no hay libertad sin violencia, se remarcó el estado de emergencia y se reclamó por la inversión estatal para el abordaje integral.
En la proclama se mencionó el contexto internacional, donde “las derechas expresan discursos de odio y políticas de retroceso sobre nuestras conquistas” y la situación de violencia narcocriminal que atraviesa a Rosario: “No queremos seguir siendo quienes en forma solitaria seguimos poniendo nuestros cuerpos en la primera línea en nuestros barrios populares. Son las vidas de nuestras niñeces las que se llevan las disputas de la narcocriminalidad. Reclamamos acciones urgentes contra los grandes grupos del poder económico, que mueven el dinero de los entramados mafiosos”.