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No anda con vueltas: Newell’s paró al líder Boca en el Coloso a pesar de jugar con uno menos

La Lepra se sobrepuso a una polémica expulsión de Juan Sforza y con goles de Juanchón García y Willer Ditta derrotó con autoridad al elenco de Hugo Ibarra, que ahora no quedó tan cómodo en la cima de la tabla

Pagó la deuda. En la última presentación en el Coloso, la despedida fue la ideal, soñada. La Lepra dejó atrás las dificultades para sacar puntos en casa y le regaló a sus hinchas un triunfazo ante Boca, de esos que se recuerdan por bastante tiempo, por el juego, las adversidades y el gran rendimiento de Newell’s, que paró en seco al puntero a pesar de tener que jugar una hora con un hombre menos.

Newell’s se plantó firme desde el inicio. El mensaje para Boca fue claro: “Acá no se van a llevar el triunfo sin laburar”. Un muy buen planteo de Coria –otra vez la línea de tres funcionó-, un equipo comprometido y convencido, y algunos rendimientos individuales altos permitieron una victoria inobjetable y muy festejada.

Ni siquiera otro arbitraje desfavorable, esta vez de Patricio Loustau, bajó la moral de un equipo que fue dominante al inicio; supo acomodarse cuando injustamente se quedó con un hombre menos a los 35 minutos; y pasó por encima al rival desde lo táctico y desde la entrega. Newell’s nunca sintió el hombre de menos por la entrega de los que estuvieron en cancha y el trabajo prolijo ordenado desde el banco.

Y como sucede en estos partidos que quedan en la retina de los hinchas por un buen tiempo, es necesario que haya algún héroe, para que todo suene más épico. Y en esta tarde donde muchos hinchas “colgaron” a sus mamás en su día para ver a la Lepra, Juanchón García y Willer Ditta le regalaron dos goles fantásticos para romperse las cuerdas vocales y hacer estallar corazones.

¿Quién imaginaba que cuando Juanchón robó una pelota en mitad de cancha podía llegar con aire al área rival y anotar? Pocos, pero el delantero sacó fuerzas de algún lado, le ganó el rebote a Roncaglia, y cuando Advíncula quiso topetearlo, lo dejó desparramado en el suelo, para fusilar a Rossi y hacer explotar al Coloso.

Boca, acostumbrado a jugar al gol gana y que Rossi banque, de pronto se encontró en desventaja y sin poder imponer el jugador demás. Y eso que la Lepra terminó con un doble cinco juvenil con Esponda y Portillo, ya que a Pérez le sobraba jerarquía y cerebro pero a la hora de juego se quedó sin piernas. No importó la presencia de pibes. García y Panchito contagiaron con su entrega, Méndez fue una topadora cada vez que encaró, y los tres zagueros edificaron una muralla impenetrable, en especial cuando Boca, en la desesperación, trató de inquietar por arriba. Y ahí aparecieron Lema y Velázquez, con la cabeza imantada para despejar todo, absolutamente todo.

Si para Boca era desmoralizante no encontrar una chance de gol a pesar de la ventaja numérica, el segundo gol leproso, con un cabezazo imponente de Ditta, fue letal. Nadie a esa altura podía imaginar una remontada, incluso Newell’s pudo hacer un gol más, aunque también Morales tapó un remate de Benedetto que pudo traer algo de nervios en el final.

El pueblo leproso armó una fiesta impresionante en la previa. Y el equipo le devolvió ese apoyo con un triunfo impactante. Clasificado a la Sudamericana, la despedida del Coloso fue un buen broche para un año más que positivo. Para dar la vuelta, Boca deberá esperar. Newell’s no iba a permitir que eso sucediera en su casa.

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