La Copa América nunca fue un torneo que pueda considerarse prestigioso, una expresión vulgar muy utilizada por estos tiempos puede utilizarse sin problemas: «es lo que hay». Y hay que ganarla, porque Argentina tiene un caudal de jugadores excepcionales, y principalmente porque va a jugar Messi, y es el mejor del mundo.
Desde los tiempos en que César Luis Menotti y Carlos Bilardo, los dos técnicos más prestigiosos que dirigieron la Selección, elegían la Copa América para experimentar con formaciones alternativas, pasamos a la avalancha publicitaria de estos tiempos tratando de darle importancia a un torneo que realmente no la tiene. Simplemente porque los equipos que participan no tienen relieve mundial.
Brasil y una Argentina devaluada son los únicos que califican a la hora de disputarse un Mundial de fútbol, uno por su momento y sus triunfos y Argentina por algunos jugadores como Messi, Tévez y Di María. Después puede encontrarse a Uruguay en un buen momento, y el resto no mueve el amperímetro del fútbol.
Los casos de Chile y Paraguay en el último Mundial son un fiel espejo de lo pobre que es el fútbol americano, llegaron con grandes campañas en las eliminatorias, un encantamiento de sus pueblos por Marcelo Bielsa y Gerardo Martino, y en el Mundial mostraron lo poco que eran ganando, perdiendo y empatando de acuerdo a la lógica pura que habita en el fútbol.
Una final Argentina vs. Brasil, puede ser único convite con interés mundial. Potencialmente el Uruguay del maestro Oscar Tabárez puede ser una alternativa interesante, el resto de los participantes no interesan demasiado. Argentina la ganó con Alfio Basile en el 91 y 93, eran los tiempos de Gabriel Batistuta, el gran goleador de los goles inútiles, con él Argentina fracasó en todos los mundiales. Hoy es tiempo de Messi, es un buen momento para ganarlo. Aunque sea la Copa América.