Economía

Soberanía en la Pampa Azul

No es la Atlántida: una ciudad flota en la milla 201 del Mar Argentino y depreda todo lo que toca

En un debate cargado de "fake news", el críminólogo y abogado santafesino Enrique Font, actual rector del Instituto Universitario de Seguridad Marítima, de la Prefectura Naval, salió a despejar el horizonte “con información (no chamuyo)”, y desmintió que el Mar Argentino esté "roto" y sin control


A 201 millas de la Patagonia no emergió la Atlántida, sino que llegó una invasión de pesqueros.

No es la Atlántida, pero lo parece. En las costas de la Patagonia se percibe un horizonte oscuro, pero si se sobrevuelan las aguas, de ahí hacia el Este, de pronto el mar se ilumina. Hay una ciudad ahí, flotando, y por las luces parece infinita. Pero no: no hay trazados de calles, sino muchas pequeñas ciudades separadas entre sí. Así se ven, a la distancia, los pesqueros extranjeros: enormes buques que arrasan el mar con sus redes de arrastre, cuya presencia en el Atlántico Sur replantea el carácter estratégico del reclamo nacional por las islas Malvinas a 41 años de la guerra, y evidencia el porqué de la prepotencia imperial que las mantiene como un enclave de ocupación. Y también por qué motivo otras potencias no pasan de un apoyo formal a los reclamos nacionales: hay una inmensa riqueza pesquera allí, y está siendo devastada. Las fotos y filmaciones de tamaña depredación abundan, pero las más recientes reabrieron un debate a escala nacional, plagado de encontronazos y de datos irreales. En ese marco, el criminólogo y abogado Enrique Font, ex titular del Ministerio Público de la Defensa de la provincia de Santa Fe, y actual rector del Instituto Universitario de Seguridad Marítima, institución creada en 2007 por la Prefectura Naval, salió a despejar el enredo, a partir de diferentes trabajos publicados en la revista Anclaje. “Ante una nueva ola de fake news que busca instalar que el Mar Argentino está «roto» en términos ambientales y sin control respecto de la depredación de sus recursos, abro hilo con una serie de links con información (no chamuyo) que demuestran exactamente lo contrario”, anunció en la red social Twitter. Y los artículos que volcó incluyen “el sobrevuelo de la zona que logró hacer el periodista Castillo”.

Así se refirió Font al periodista Lautaro Castillo, de elDiarioAR, quien pudo sobrevolar la zona a bordo de un avión de la ONG Solidaire, al mando del piloto y cineasta Enrique Piñeyro.

“Ayer sobrevolamos la milla 200 de nuestro Atlántico Sur. Es impresionante la cantidad de pesqueros que hay operando ilegalmente dentro de Aguas Territoriales Argentinas. La nota triste la dio el buque patrullero Storni que nos quiso convencer que estaba todo bien. Eran cientos de barcos con el respondedor apagado”, escribió el pasado 20 de marzo el piloto y cineasta. Sus palabras abrieron un debate que recorrió –y lo sigue haciendo– al oficialismo y a la oposición, y hasta a  potencias extranjeras.

El abogado egresado de la UNR Enrique Font desmintió consideraciones desde su papel de rector.

Piñeyro resultó severamente cuestionado por haber tenido también como pasajera a la embajadora británica en la Argentina, la arqueóloga Kirsty Hayes. La diplomática obvió referirse a la disputa entre Argentina y Gran Bretaña, y se centró sobre la problemática ecológica: “Ayer participé del vuelo de la ONG Solidaire que organizó @epineyro_ok. Son realmente impactantes las imágenes de la pesca no regulada en el Atlántico Sur. La cooperación entre todos los Estados es el camino para proteger los océanos y sus recursos”, posteó el mismo 20 de marzo en la red social Twitter.

https://twitter.com/AmbKirstyHayes/status/1637901370484490243?s=20

Desde entonces el tema no para de impactar, inflamado por el nuevo aniversario del desembarco argentino en las Malvinas, el 2 de abril de 1982. Hayes hizo también referencia al aparato que la transportó: “Me emocionó ver que el avión de Solidaire tenía la imagen de Mahsa Amini junto con el mensaje “Ninguna mujer debería ser obligada a cubrir su cabeza / Ninguna mujer debería ser asesinada por no cubrirse la cabeza”, escribió.

El viaje de la embajadora despertó iras en sectores nacionalistas y dividíó aguas en el oficialismo, desde donde un vasto sector leyó la difusión del vuelo como una operación antigobierno, amplificada desde el canal de noticias TN, del grupo Clarín, que entrevistó al piloto Piñeyro. “¿Por qué siempre que hablas de la pesca en el Mar no hablas de la pesca ilegal que hace 🇬🇧 en las Islas Malvinas violando nuestra soberanía y el derecho internacional? ¿Por qué viajó con vos la embajadora? ¿Pudiste hablar algo de Malvinas con ella?”, amonestó un usuario de Twitter, entre cientos que volcaron opiniones análogas.

Lo cierto es que también compartió el vuelo el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley; Hiroshi Yamauchi, de Japón, y Amador Sánchez Rico, de la Unión Europea. Y también lo hicieron, entre otros, la diputada Mariana Zuvic, de la Coalición Cívica, y acérrima enemiga del gobierno nacional.

El relato posterior, amplificado desde las grandes cadenas de medios, orilló la acusación a la Casa Rosada por una presunta  inacción.

Ante ello, siete días después del viaje, el abogado Alejandro Canio sostuvo: “Las masivas denuncias de presunta pesca ilegal y depredación del Mar Argentino por parte de medios de comunicación nacionales, ONG y ambientalistas de la semana pasada tras el vuelo pilotado por Enrique Piñeyro sobre la milla 200 del Mar Argentino son un «falso escenario» que busca «instalar que Argentina no cuida su mar» con el fin debilitar y fragilizar la posición argentina ante la comunidad internacional”, según publicó en Ushuaia, capital del archipiélago de Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, El Diario del Fin del Mundo el pasado 27 de marzo.

Canio es doctor en Derecho Internacional, especializado en Administración de Espacios Marítimos. Y sostuvo que “se ha generado un falso escenario sobre la milla 201”, que es donde se asientan los pesqueros extranjeros, y donde la Argentina no tiene jurisdicción en su situación actual. Por ello insistió en que hubo deformaciones intencionales sobre el vuelo, en busca de generar “confusión sobre la pesca ilegal y la depredación del Mar Argentino”.

“Existe un intento mediático de plantear ante la comunidad internacional que Argentina no cuida su mar para dar ocasión de creación de una Organización Regional de Ordenación Pesquera (Orop), algo que le daría lugar de participación a naciones como el Reino Unido de Gran Bretaña y le otorgaría así un reconocimiento en la «mesa» de la pesca del Atlántico Sur. El objetivo final sería el de instalar el manejo del recurso a través de estas organizaciones”, puntualizó Canio.

Leyes, trampas y elecciones

La puja se basa en la definición de qué es el soberano Mar Argentino. “Legalmente, es la progresión natural de su territorio hasta las 200 millas náuticas, unos 370 kilómetros desde la costa. Después de esa límite, está el Agujero Azul, un ecosistema único en el mundo por su cantidad y variedad de vida. Al estar detrás de esa línea imaginaria, es víctima de una depredación económica y una devastación ecológica la cual estiman que se lleva 370 mil toneladas de peces y 1.000 millones de dólares al año”, advirtió el periodista Castillo en elDiarioAR. Y completó: “Aunque sus aguas son ajenas a la jurisdicción estatal argentina por estar fuera de la Zona Económica Exclusiva, el fondo marino y sus recursos sí son de su soberanía, y es ahí donde surge la ilegalidad de esta pesca”.

La situación de desbarajuste escaló deformada al inscribirse como parte de la campaña electoral. En ese marco, el criminólogo Font buscó corregir el rumbo de la discusión con datos duros, que volcó en un hilo de Twitter, en el que cruzó referencias científicas, técnicas, diplomáticas y políticas hacia la revista Anclaje.

Y también referencia al artículo de Castillo en elDiarioAR, cuya descripción de la zona a partir de la milla 200 es elocuente: “Es un área muy atractiva para flotas pesqueras internacionales, que buscan la captura de calamar o merluza negra. De noche, los barcos «poteros» –por pota, el nombre específico que se le da a un tipo de cefalópodo– atraen a sus presas con luces dirigidas al fondo del mar para enredarlos y recolectarlos. Algunos utilizan técnicas de arrastre: arrojan al agua redes encadenadas del tamaño de una cancha de fútbol, devastando todo lo que se les cruza en el fondo y dañando la hidrósfera para siempre”.

La depredación que describe Castillo no tiene parangón. El enviado de elDiarioAR detalla que la pesca a fondo y por arrastre “tiene importantes cantidades de captura incidental que se descarta”, y que tal práctica en la Argentina es “ilegal”. Y es peor: “Las capturas accidentales involucran a mamíferos y aves marinas, tortugas, tiburones y otros ejemplares que no cumplen con sus requisitos comerciales, por su pequeño tamaño o por no ser la especie objetivo”, y entonces “se tiran por la borda muertos o moribundos, en un acto considerado como uno de los impactos ambientales más graves de la pesca comercial moderna”, desmenuzó.

“Como si fuera poco, algunos burlan los límites en una clara violación de la ley federal de Pesca. Lo hacen apagando sus Sistemas de Identificación Automática (AIS), otro método ilícito. Entre 2018 y 2021, se detectaron 6.227 barcos”, que cometían ese delito, refiere el periodista. Los datos, así muestran más de 4 barcos al día en promedio, y todos los días. “Entre 1986 y 2020 se capturaron 80”, remarcó Castillo.

“Estamos frente a una ciudad en alta mar, formada por más de 500 barcos que vienen principalmente de China, Corea del Sur, Taiwán y España. Los acompañan embarcaciones petroleras y frigoríficas que los abastecen y recolectan, almacenan y procesan la zafra. Sin restricciones, controles, ni reportando sus actividades, ubicaciones, operaciones o capturas, pueden vender el producto a mercados de países del Norte Global como bienes de lujo. Ocultos detrás de un vacío legal, compiten injustamente con la fauna local por el mismo alimento. De todos modos, sus luces pueden verse desde el espacio, tanto como el Gran Buenos Aires”, ilustró.

En las condiciones actuales, es decir en la milla 201, la Argentina no tiene injerencia. Varios dirigentes opositores obviaron ese dato, y utilizaron el tema para denostar al gobierno del presidente Alberto Fernández, apuntando tanto al canciller Santiago Cafiero, como al ministro de Defensa, Jorge Taiana, y, de paso, al de Seguridad, Aníbal Fernández: la Prefectura Naval depende de éste, aunque su misión es ser fuerza de costas. Pero la dirigencia de Juntos por el Cambio también obvió otro dato clave.

La Superargentina

Los “focos” de pesca se localizan desde apenas afuera de la jurisdicción nacional, en un mapa de la Argentina que no es preciso. El real, que además es “el mapa de la soberanía”, no sólo sitúa a las flotas extranjeras dentro de los límites nacionales –ampliados por la inclusión de Malvinas y el archipiélago de islas del Atlántico Sur– sino que además ubica a las islas Soledad y Gran Malvina en el centro del territorio nacional, al igual que a la provincia de Santa Cruz: están a mitad de camino cuando se incluye el Territorio Antártico Argentino.

Pero además existe otro reclamo, paralelo a la disputa con el Reino Unido, que la oposición soslayó intencionalmente: el 21 de abril de 2009, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner presentó el límite exterior de la plataforma continental argentina ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC), órgano técnico creado por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), con sede en Naciones Unidas, en Nueva York.

El sitio oficial www.plataformaargentina.gov.ar da cuenta de la historia de la presentación. “En agosto de 2012, durante el 30° Período de Sesiones de la CLPC, se formó la Subcomisión para la República Argentina, comenzando así el proceso de análisis del límite exterior de la plataforma continental presentado en el año 2009”, refiere.

Y continúa: “La Argentina ha realizado un profundo y acabado trabajo científico y técnico que le permitió fijar el límite exterior de su plataforma continental. Este trabajo brinda certeza sobre la extensión geográfica de nuestros derechos de soberanía sobre los recursos del lecho y subsuelo en más de 1.782.000 kilómetros cuadrados de plataforma continental argentina más allá de las 200 millas marinas, que se suman a los aproximadamente 4.799.000 kilómetros cuadrados comprendidos entre las líneas de base y las 200 millas marinas”.

Y completa: “El límite exterior de la plataforma continental de todo el territorio argentino: continental, islas del Atlántico Sur y Sector Antártico Argentino está formado por 6.336 puntos de coordenadas geográficas en WGS84”.

“El límite presentado cumple con las disposiciones de la Convemar y de las Directrices Científicas y Técnicas de la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC), y en su elaboración se procuró la utilización de todos los recursos disponibles para que el trazado de ese límite sea el más beneficioso para el país de acuerdo con los criterios y restricciones previstos”, continúa.

El artículo “El límite más extenso de la Argentina y nuestra frontera con la humanidad”, reseña los siguientes pasos diplomáticos: “Éste es un ejemplo de una política de Estado en donde se ha trabajado con identidad de objetivos, profesionalismo y seriedad durante casi 20 años, con el objetivo de reafirmar nuestra presencia, preservar nuestros recursos y reafirmar nuestros derechos soberanos en una zona política, económica y estratégicamente tan importante como el Atlántico Sur”, refiere.

En efecto, las gestiones atravesaron el último gobierno del Frente para la Victoria y continuaron durante la gestión de Cambiemos.

“El análisis realizado por la CLPC y la adecuación de la ley 27.557 (Proyecto Pampa Azul) a las normas internacionales se reflejan en el mapa de la República Argentina Bicontinental y sus Espacios Marítimos”, concluye la reseña, con la aclaración de que la Argentina finalizó “el análisis de todos los puntos del límite exterior” de la plataforma continental argentina, “a excepción de aquellas zonas sujetas a una disputa de soberanía con el Reino Unido, así como el sector que está regido por el Tratado Antártico”.

Y remarca: “Al no pronunciarse sobre la zona circundante a Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur e Islas Sandwich del Sur, la Comisión reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido”. Una reseña del complejo trabajo a nivel técnico y diplomático puede descargarse en el sitio www.plataformaargentina.gov.ar.

Con todo, independientemente de la negativa permanente de Londres de atender a las resoluciones votadas en Naciones Unidas e iniciar negociaciones sobre soberanía, el proceso que lleva dos décadas permitirá, cuando concluya con éxito, echar a los depredadores mar afuera, antes de que sea tarde.

 

 

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