Este Boca versión Arruabarrena fue demasiado para el Central de Russo. Nunca hubo equivalencias, y si no fue goleada es por la dignidad de Caranta, que siguió atajando hasta el final. Chávez, una bestia, imposible de marcar para los defensores canallas, hizo dos goles y fue la figura del partido.
Esperar a Boca terminó siendo su mal. Central tomó una postura conservadora y Boca fue quien llevó la iniciativa desde el vamos, no se contentó con la ventaja que le daba el gol conseguido en Rosario. Miguel Russo mandó a Musto sobre Gago, y el cinco de Boca tuvo que retroceder hasta los centrales para manejar la pelota. Y Domínguez con Meli, pero el movimiento del resto fue desorganizando la tarea defensiva canalla. Marín y Colazo iban con frecuencia, y el andar de Chávez era intratable.
Y fue el ex Banfield con un zurdazo el que abrió el marcador, algo que caía de maduro por el desarrollo del juego. Un rato después el mismo Chávez fue contra Acevedo, este cruzó su brazo sobre su cuello, y Abal no dudó, roja para el defensor. Había que remontar una cuesta durísima, necesitaba dos goles y quedaba con un jugador menos.
Para entender lo desparejo del juego, la primera falta de Boca la cometió Colazo a los 35 minutos del primer tiempo, y fue en ataque. Musto pateó desviado en el único intento de Central. Nada si se tiene en cuenta que desde la previa al menos necesitaba un gol para tener chance.
En el complemento entró Becker, Central se paró 4-1-1, y Boca dejó de presionar. Pareció que Central mejoraba, pero se acomodó Gago, ahora más suelto, y llegó la rápida definición. Abreu mirando, el resto sufriendo, y Boca jugando, fue la síntesis final de un partido en el que nunca hubo equivalencias reales.