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No hay riesgo de fuga pero bloque del FpV se tribaliza

Se adormece el fantasma de la fuga masiva pero la tensión adquiere otras formas: la irrupción, con bordes definidos, de sub bloques con lógicas, posiciones y pertenencias autónomas. La bancada mantiene la unidad formal, pero con otra configuración: una federación de tribus.

Un mandamiento radical, con copyrigth de Leandro Alem, explica al PJ: que se doble pero que no se rompa. El fraseo del fundador de la UCR vale, un siglo después, para decodificar los sacudones en el bloque del FpV que cruje y retumba pero evita, al menos por ahora, nuevas fracturas y fugas.

Tras la sangría de santiagueños, misioneros y el Movimiento Evita –la saga estalló en enero con patrocinio de gobernadores y gestó el Bloque Justicialista que preside Oscar Romero– que redujo a 70 la población del bloque, se instaló la amenaza de una fractura expuesta entre diputados del FpV y el PJ, motorizada desde el consejo que conduce José Luis Gioja, que es vice de la Cámara.

Se adormece el fantasma de la fuga masiva pero la tensión adquiere otras formas: la irrupción, con bordes definidos, de sub bloques con lógicas, posiciones y pertenencias autónomas. La bancada mantiene la unidad formal, pero con otra configuración: una federación de tribus.

Pasado, federalismo y futuro

Asoma otro fenómeno. Sin personalizar en Héctor Recalde, el presidente del bloque, aparecen reclamos para “federalizar” la conducción y discutir una agenda política y legislativa diferente a la actual. “Tenemos que dejar de hablar para atrás: es todo reinvindicativo del pasado pero hablamos poco del presente y del futuro”, dicen “los federales”, una de las tribus del bloque.

El chaqueño Juan Manuel Pedrini, el entrerriano Julio Solanas, Guillermo Carmona (Mendoza) y el formoseño Luis Basterra están en ese club desde donde pulsean pero sin proponer una ruptura. “Somos kirchneristas y peronistas, pero no somos La Cámpora”, anuncia Carmona como tarjeta de presentación.

El neuquino José Ciampini, el santafesino Eduardo Seminara, Inés Lotto (Formosa) y, entre otros, Luis Bardeggia (Río Negro) activan ese grupo que la semana pasada coincidió con otro, que reporta al PJ y a territorios, cuya cara más visible es Cristina Álvarez Rodríguez. En la mesa estuvieron, además, Carolina Gailard (Entre Ríos) y Darío Martínez (Neuquén). En una posición similar está, entre otros, la santafesina Silvia Frana. En esa juntada de catarsis, se aclaró que, en lo inmediato, no habrá nuevas estampidas.

El dilema de Gioja

Frente a eso, Gioja, que conduce a los sanjuaninos Sandra Castro y Héctor Tomas aunque influye sobre otros, queda limitado. ¿Puede el presidente del PJ nacional abandonar el bloque peronista e irse con un puñado escaso de diputados?

La foto del lunes de Cristina con Daniel Scioli –segundo de Gioja en el partido– en el Instituto Patria encaja con el plan de no ruptura. Aunque generó algún malestar en el PJ porque “se cortó solo”.

Otros dos subgrupos, La Cámpora –con unos 25 votos– y “los bonaerenses” (que tienen los principales cargos en el bloque y suman un puñado grande, entre ellos Carlos Kunkel, Cuto Moreno y Diana Conti) operan en línea, aunque chocan en varios ítems. El abogado laboralista Recalde como vice y María Teresa García como secretaria general, ambos de PBA, administran el bloque mientras la vice la ocupa Basterra, única pata federal en ese podio.

Licuado

La amenaza de una fuga numerosa se licúa en el horizonte. De producirse, sería minúscula. “Nosotros no nos vamos del bloque: queremos discutir adentro, buscar la síntesis entre peronismo y kirchnerismo” dice Carmona y agrega que quieren abrir el diálogo a otros bloques de la oposición y otros PJ con presencia en el Congreso. El repetido truco del panperonismo.

¿Y Cristina?

Aparece, de fondo, un asunto más urticante vinculado a qué rol presente y futuro se atribuye a Cristina. Salvo para La Cámpora, en el resto del bloque se apuesta, aunque con cautela, a la tesis de que la ex presidenta lidera pero pretende que aparezcan otras figuras que conduzcan la etapa. Se agarran de comentarios que Cristina hizo en ese sentido. Fue, aunque en el FpV consideran que se trató de una excusa pública, uno de los argumentos que expuso el Evita cuando pegó el portazo.

El neocamporismo insiste en el mando unívoco de la ex presidenta. Lo expresó Juan Cabandié al sostener que la ex mandataria “sigue con su rol político, de conducción” y hasta anticipó, a fines de junio, lo que finalmente ocurrió: que empezaría a estar más presente y a tener más protagonismo.

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