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No hubo represión en el Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco

Después de la violencia policial desplegada en Mar del Plata y Rosario, los dos años anteriores, aquello que debería ser lo habitual en toda manifestación puede convertirse en un titular: no reprimieron.

El pogo feminista más grande del mundo recorrió casi 40 cuadras de la ciudad de Resistencia en una coreografía conocida de memoria por las que ya habían participado de Encuentros anteriores: los cantos alentados desde los megáfonos, los saltos en grupo, las pintadas express que no detienen el recorrido, el grito en manada, los aplausos de agite, los puños en alto y la tradicional corrida abortera de las Socorristas con pelucas fucsia. La estampa se repetirá en Chubut en 2018 donde después del cierre del ENM se decidió por clamor popular la próxima sede.

El corte de calles y la seguridad del recorrido fue parte de un cuidado colectivo garantizado entre todas. Por pedido de la Comisión Organizadora la secretaría de Derechos Humanos de Chaco se ocupó que no haya policías uniformados durante toda la marcha.

El itinerario de la marcha pautado por la comisión organizadora no tenía previsto pasar por la Catedral. Ahí esperaron agazapados un grupo de movileros de televisión que pudieron registrar cómo un grupo reducido de activistas intentaba prender fuego en la puerta del edificio. Las cámaras no estuvieron cuando la marea feminista gritaba con fuerza Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos. O cuando nombraron a las victimas de femicidio en la plaza 25 de mayo antes de salir. Tampoco grabaron los cantos por “aborto legal, en cualquier lugar”.

El Encuentro Nacional de Mujeres es un hecho político, social, cultural y artístico que es único en el mundo. Inédito por la forma de llevarse adelante con autogestión y autoconvocatoria. Con una organización horizontal.

Sin represión y con un episodio de violencia protagonizado por un pequeño grupo de vecinos que tiraron alguna piedras a las manifestantes frente a la Catedral, la marcha terminó en festival y baile en el Parque de la Democracia.

Aunque en el documento que se leyó el sábado en la apertura no se mencionó el pedido de libertad de Milagro Sala y las presas políticas de la Tupac Amaru ni tampoco se exigió la aparición de Santiago Maldonado; ambos reclamos estuvieron presentes en la marcha. Los rostros de Milagro y Santiago aparecieron en muchos carteles. “Para Milagro la libertad, para Morales el repudio popular”, se coreó al ritmo del ole ole ole olá. Algunas lo reversionaron en clave feminista: “Para Milagro la libertad, para las pibas aborto legal”.

En los últimos años la participación del Encuentro se multiplicó de manera extensiva y masiva. Aunque es difícil precisar números del episodio número 32 se habla entre 50 y 70 mil personas. Más que en las cifras la potencia se ve en relatos como el de Johana, una piba de la Villa 31 en Ciudad de Buenos Aires que vino con su madre hasta Chaco. Las dos compartieron su primer Encuentro en estos tres días.

Los pañuelos verdes de la Campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito estuvieron en cuellos, cabezas, muñecas y cubriendo tetas. En la columna del colectivo Ni Una Menos hubo carteles exigiendo basta de travesticidios y los nombres de las pibas victimas de femicidio: desde Melina Romero en el conurbano bonaerense hasta Luz Villafañez de Catamarca.

“Ante la feminización de la pobreza, feminización de la resistencia”, decía otro de los carteles detrás de la bandera magenta de Ni Una Menos evidenciando el amplio arco de reclamos que tiene el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans.

Así como la Asamblea Lesbica recorrió con “alegría tortillera” la marcha, cada columna tuvo su denuncia, su demanda y su deseo. Las trabajadoras sexuales, después de desbordar las aulas de los talleres y cortar la calle marcharon con su alegría distintiva.

Detrás de la cabecera, una de las columnas más nutridas fue la de pueblos originarios. También hubo una contundente presencia de sindicatos. “El sindicalismo es con nosotras”, decían las remeras del área de Géneros de ATE Capital.

¿Dónde está Johana Ramallo? ¿Dónde está Maira Benítez? Fueron otros de los dos de los interrogantes que atravesaron las columnas de la marcha. Se transformaron en pintadas, que esta mañana ya estaban siendo borradas por cooperativistas. Las paredes de Resistencia volvieron a estar blancas, Johana y Maira siguen sin aparecer.

(*) Periodista especialista en género. Nota especial para Laftem.

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