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No quieren tener hijos y piden que se garantice la anticoncepción

Una pareja rosarina armó el primer grupo Childfree (libre de hijos) del país. Tiene 1.600 integrantes y en la ciudad son 50.

Yanina Silva pasó siete años tratando que los médicos aceptaran que no quería tener hijos. Tiene 36 años y trabaja como modelo, bailarina y vende fragancias. A los 29 fue al Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria a pedir una ligadura de trompas. No quería seguir tomando anticonceptivos y sabía que el procedimiento era gratuito por ley. Después de un año de trámites y varios exámenes psicofísicos, la operaron. Yanina había pedido que le corten y cautericen las trompas en un procedimiento llamado Salpingectomía Bilateral.

Tres años después de la cirugía Yanina descubrió que estaba embarazada. Los médicos en lugar de cortar, sólo habían ligado las trompas. Al tiempo se enteró que el embrión estaba muerto y tuvo que someterse a un aborto. Meses después retomó los estudios para volver al quirófano y que los médicos cumplan con su deseo. Recién en enero logró que en el Hospital Provincial de Rosario concreten la operación en la que le sacaron las trompas. Ahora demandará por mala praxis al Estado provincial por la primera cirugía. “A los médicos les parecía muy drástico cortar las trompas porque era joven y no tenía ningún hijo. La ligadura me trajo complicaciones en la salud. Tuve una infección cuando aborté y me tuvieron que internar de urgencia”, contó Yanina a El Ciudadano.

Después de la experiencia conoció a otras personas que también tuvieron dificultades para acceder a ligaduras de trompas o vasectomías. Con Lucas, su actual pareja, formaron el primer grupo de país de Childfree, integrado por 1.600 personas de distintos puntos de la Argentina. El término significa “libre de hijos”, nació en Estados Unidos y se volvió una tendencia creciente en los últimos años. En 2017 Yanina y Lucas crearon la versión local del grupo: Childfree Rosario. Está formado por 50 varones y mujeres entre 18 y 55 años que no quieren tener hijos. “Creemos que la maternidad es una elección, no una obligación. Luchamos contra ese mandato social. Ser Childfree es una decisión de pareja y también es personal porque las parejas de disuelven”, explicó Yanina.

Lucas tiene 23 años y está en pareja con Yanina desde hace tres. A fines del año pasado se hizo una vasectomía en el Hospital Provincial de Rosario. La decisión le costó un año de trámites y una derivación clínica porque el primer urólogo que consultó no había querido hacerla. “Le dijo que no operaba a hombres que no hayan tenido hijos. El acceso a la anticoncepción quirúrgica es un derecho por ley que no se aplica en la vida real”, opinó Yanina.

En el grupo de Childfree muchas mujeres y hombres denunciaron la falta de acceso a una intervención quirúrgica. Según dijeron, los médicos se negaron a operarlos por ser jóvenes o no tener hijos. “Mienten diciendo que tienen tener hijos o autorización de las parejas. Dicen que se van a arrepentir. Todos lo que lo pidieron tuvieron problemas. Hay un desconocimiento de algunos médicos de la ley y un maltrato hacia la decisión del paciente”, agregó.

Obligatorio por ley

Los hospitales y centros de salud de Santa Fe aplican métodos de anticoncepción quirúrgicos desde la aprobación de la ley provincial en 2002. La norma obliga a las obras sociales a incorporarlos en el plan médico obligatorio y que, en caso que los profesionales sean objetores de conciencia, deben derivar a un médico que pueda hacerlo. En la provincia de Santa Fe existe un registro de objetores y cualquier profesional que quiera serlo debe anotarse y no puede declararse como tal de palabra.

Según datos de la Secretaría de Salud municipal, el año pasado en Rosario se hicieron 675 ligaduras de trompas. La mayoría de las mujeres eligió la operación en las maternidades después del parto, con 518 intervenciones. En el Roque Sáenz Peña se hicieron 112 operaciones mientras que las que lo pidieron como método anticonceptivo fueron operadas en el Cemar, con 45 procedimientos durante 2017. En total en los últimos tres años se hicieron 1.782 ligaduras.

Los números bajan drásticamente cuando se mira la anticoncepción masculina. Por año en los hospitales públicos se hacen un máximo de 6 vasectomías. Para el director de Salud Sexual de Rosario, Daniel Teppaz, la diferencia responde a factores culturales. “El sistema está preparado para la anticoncepción y culturalmente es la mujer la que pone el cuerpo. Los varones tenemos menos disponibilidad o disposición a hacerlo”, dijo a El Ciudadano. Y señaló que el bajo número de vasectomías también responde a que hay pocos profesionales dedicados a hacerlas.

La vasectomía es un procedimiento donde de forma quirúrgica se interrumpe el paso de los espermatozoides por la vía seminal. Es un método anticonceptivo ambulatorio y mínimamente invasivo. Puede hacerse dentro de un quirófano o en el mismo consultorio médico, según los casos. Se trata de un método permanente, no irreversible. “El éxito de la cirugía de recanalización es bajo. Es difícil lograr que el conducto vuelva a ser funcional. Decimos que no es irreversible porque con las nuevas técnicas de reproducción médicamente asistida las personas pueden volver a tener un embarazo biológico”, explicó Teppaz.

¿Deseo o mandato?

“Estoy feliz cuando una mujer se hace madre porque ahí es cuando realmente se realiza”, disparó Facundo Aranda en un móvil televisivo en enero pasado cuando le preguntaron por el embarazo de su ex pareja, la actriz Isabel Macedo. La frase desató la polémica en las redes sociales y varias personalidades del espectáculo salieron al cruce. Una de las más picantes fue la actriz Muriel Santa Ana quien a través de su cuenta de Twitter le preguntó al actor qué pensaba de las mujeres que no tenían útero. La actriz, que expuso en la tercera jornada del debate sobre la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, contó en las redes sociales que había abortado a los 24 años y que con 40 no quiere tener hijos. Arana dio marcha atrás y pidió disculpas, pero la frase alcanzó para que el debate sobre la maternidad o paternidad como mandato o deseo se cuele en los medios y en las redes.

Mientras se discute por primera vez en el Congreso la posibilidad que las mujeres aborten de forma segura, libre y gratuita, hombres y mujeres denuncian objeciones de conciencia a la hora de pedir una anticoncepción quirúrgica. Pese a que la ley los ampara, cuentan que existen médicos que niegan la cirugía a los jóvenes que nunca tuvieron hijos argumentando que pueden arrepentirse. Los childfree piden que la sociedad no los condene ni decida por ellos. El mandato de una cultura que asocia la plenitud de las mujeres con su capacidad reproductiva parece seguir pesando sobre los cuerpos adoctrinados a los que le son negados la libertad del goce y de la no reproducción.

Una palabra con más de 100 años

El término Childfree apareció por primera vez en 1913 el diccionario de Oxford. Casi 60 años después la revista Time retomó el concepto en un artículo sobre la creación de la Organización Nacional para No-Padres, un movimiento que nació en Estados Unidos para visibilizar que hombres y mujeres pueden elegir si quieren o no tener hijos. El término se usó de nuevo en 1995 cuando la escritora estadounidense Leslie Lafayette fundó el grupo Childfree Network. La red se extendió a unas 35 ciudades estadounidenses y tuvo 2.500 miembros. En 2003 surgió el Childless By Choice Project (proyecto libre de hijos por elección) basado en un libro de Madelyn Cain llamado The Childless Revolution. El concepto se volvió una tendencia creciente y hombres y mujeres de todas partes del mundo replicaron la experiencia.

 

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