Pizzi avisó: “Uno de los dos no va a ganar”. La referencia era para Instituto y River. Pero tal premonición, para que sea aplicable, contaba con una segunda parte. La que se descontaba iba a suceder, el triunfo de Central en San Juan, ante el casi descendido Desamparados. Y fracasó. Con todas las letras de una de las palabras más hirientes del idioma. No fue capaz de conseguir lo suyo, y por propio desmérito más que por virtudes ajenas. Dilapidó tres oportunidades, en fila. Las razones son difíciles de encontrar.
El manual de muchos técnicos les impone que los equipos se arman de atrás hacia adelante. El de Pizzi, desafiando la lógica, se fue desarmando de atrás hacia adelante. Y esa puede que sea la explicación más simple de encontrar. Con Méndez y Castillejos jugando en gran nivel, con Medina acompañando, y el resto sumando arriba, Central hizo dos goles y creó muchas más. Pero, entre Valentini, Lequi, y García y los volantes (no marcaron a nadie) le dieron forma a la derrota ante Desamparados.
Lo que se viene es la Promoción. Una chance más, la cuarta en menos de un mes que ya luce tortuoso. Será que Central se siente mejor como punto, y no se banca ser favorito. Cuando los ojos del fútbol se depositaban con mirada crítica sobre River, Central mandaba, era puntero y el que mejor jugaba. Cuando pasó a ser favorito, se cayó. Sumó un punto sobre doce en juego. Perdió contra Chacarita que deberá revalidar su posición con Chicago, y Desamparados ayer, quien se fue al descenso. Fatal.
El trabajo y la ilusión de un año, se frustró en un par de semanas. Ahora para ascender habrá que hablar de hazaña. Aunque Pizzi insista con que “vamos a ascender igual”. Algo que hoy es difícil de creer, como aquella sentencia del entrenador quien dijo considerarse “mejor técnico en las difíciles”.