Córdoba y Corrientes. 12 horas. El calor agobia en un mediodía donde los trámites administrativos se cruzan con las compras navideñas. Sobre la peatonal, una lengua asoma de una boca gigante y se despliega sobre el cemento ardiente. “El futuro es no binarie”, “Lo que no se nombra no existe”, “Mi nombre es future” son algunas de las frases escritas sobre una lengua que parece gritar las transformaciones de un lenguaje en movimiento. La intervención, que invitó a quienes transitaban a sumar su voz, acompañó el debate de la última sesión del consejo superior de la Universidad Nacional de Rosario que este miércoles aprobó el uso del lenguaje inclusivo y no sexista para las producciones escritas y orales de los estudiantes y las comunicaciones institucionales de todos los claustros de las casas de estudios. El proyecto fue aprobado casi por unanimidad, con una sola abstención. Fue el resultado de una mesa de trabajo entre el área de género y sexualidades, representantes de diferentes sectores de las facultades que ya contaban con proyectos similares, sindicalistas e integrantes de los colectivos LGTBIQ.
“Hubo un enorme consenso y acuerdo que hizo posible que tengamos una norma de este tipo. Ratifica los principios que llevamos adelante y el compromiso desde el área de género y sexualidades para generar una universidad libre de violencia sexista, porque una de las formas de violencia de género tiene que ver con la violencia simbólica y se ejerce a través del discurso y el lenguaje. Esta resolución refuerza el compromiso que llevamos adelante desde la universidad”, dijo la secretaria del área, Florencia Rovetto.
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El texto llegó al recinto con el consenso de la comisión de Interpretación y Reglamento del Consejo Superior. En el primer artículo acepta como válidas las expresiones de lenguaje inclusivo y no sexista, como todes o todxs, en producciones escritas y orales hechas por integrantes de los cuatro claustros de la Universidad para evitar que las personas sean sancionadas o discriminadas por su uso. En segundo lugar habilita la utilización de expresiones no sexistas en las comunicaciones institucionales, administrativas y de gestión, y promueve el uso de fórmulas de reemplazo dejando a cada unidad académica los criterios de alcance. Por último, la norma busca sensibilizar y concientizar a través de campañas organizadas desde el área de género, para desarrollar instancias de debate y formación en espacios institucionales de la comunidad universitaria.
“Buscamos visibilizar la discriminación e incluir a personas que no se ven representadas por las formas tradicionales del lenguaje que son sexistas y androcéntricas, basadas en un masculino universal que no representa al conjunto diverso y plural que habita las universidades”, explicó Rovetto.
Otras voces
Sofía López es estudiante de recursos naturales de la Facultad de Ciencias Agrarias. Para ella, las personas no deben amoldarse a las reglas sino que, por el contrario, las normas deben basarse en las prácticas sociales. “Las personas transformamos el lenguaje y le damos significado a las palabras. Algunas lo consideran una práctica inútil pero es una herramienta para visibilizar la desigualdad”, opinó.
“¿Qué pasa si un día te digo abuela? No te identificarías y me lo discutirías”, dijo la presidenta del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencia Política, Sheila Escalada, para ejemplificar el impacto del lenguaje binario. Y siguió: “Hay personas que no se identifican con el sexo o género impuesto y debemos incluirlas en el lenguaje. Vivimos en un sistema patriarcal y el lenguaje no escapa a eso”.
Regina Gonzáles es estudiante de Ciencia Política y presidenta del centro estudiante Santiago Pampillón. Para ella es necesario el debate sobre el lenguaje no binario porque es aplicado en la vida cotidiana. “El lenguaje se construye a través de subjetividades y es necesario transformarlo. Hablamos de no sexista para no reproducir los machismos y las opresiones dentro de la lengua. Su uso genera resistencia con argumentos ligados a la normativa de la lengua muerta, pero las lenguas están vivas y en transformación”, opinó.
El presidente de la Federación Universitaria Rosario, Manuel Leiva, dijo: “Muchas personas no tuvieron la posibilidad de nombrarse acorde a lo que sienten, construyen y son. Hay que pelear contra la discriminación”.
Para Malena Martínez, asesora de género de la escuela Nigela Soria, el lenguaje no sexista es “el primer bastión para conquistar un futuro no binario”. “Pone en la mesa la discusión sobre la masculinización de los espacios políticos, donde las mujeres y travas luchan para el reconocimiento de la ciudadanía. Es fundamental que en el aula podamos transmitir qué somos y cómo nos autopercibimos. El lenguaje implica que nos puedan reconocer”, señaló.
Lola Cattaneo tiene 16 años y cursa 4° año en colegio Normal 1. Para ella sería complicado explicar a los abuelos sobre el lenguaje no sexista. “Lo intenté y sus argumentos fueron que no estaba en la Real Academia Española. No entienden que el vocabulario debe amoldarse a una situación social. Es parte de una lucha para aplacar los efectos del sexismo y el androcentrismo implícito en el lenguaje de una sociedad machista”, opinó.
Antecedentes
El uso del lenguaje inclusivo o no sexista fue aprobado este año en el reglamento de tres facultades de la UNR y el Instituto Politécnico. La primera fue Psicología, que lo definió como el lenguaje que nombra a mujeres y disidencias sexuales, rompiendo con la idea del masculino como universal neutro. Después se sumaron Ingeniería y Ciencia Política y RRII, con distintas especificaciones. A fines de agosto, la facultad de Humanidades y Artes aprobó la primera tesina escrita en lenguaje no sexista.
A nivel nacional lo aprobaron en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).