La derrota ante el peor equipo del torneo, hasta ayer, hizo que el equipo de Russo se haga acreedor de ese mote tan preocupante tras haberse disputado siete fechas. Central perdió y Tigre le hizo precio.
¿Por qué el entrenador realizó solamente una sola variante? No se entiende. Y para arribar a una respuesta aproximada hay que decir que el plantel es corto y se reforzó mal. Pero hablar de los que no vinieron sería desperdiciar líneas sin sentido.
El problema se agudizó y hay que hacerle frente.
Llama la atención que no se pueda ver alguna cosa positiva en un equipo que cuesta saber y conocer a qué juega.
Central ha perdido identidad, o mejor dicho desde que subió no la tiene.
Russo tendrá muchísimo trabajo. Ayer cambió y la puesta en escena empeoró llamativamente.
Más allá de esto el entrenador nunca intentó desde el banco cambiar la ecuación. Solamente el ingreso de Becker en un partido que siempre estuvo cuesta arriba resultó muy poco para tratar de buscar inquietar a un equipo flojo.
Haberse quedado con dos cambios por hacer en el encuentro de ayer resulta, el me-nos, llamativo. Algo raro en Russo ya que según él estaba conforme con los refuerzos que llegaron a principio de la temporada.
Central hipotecó el futuro y eso ya es un pecado, ahora el técnico y los jugadores serán los encargados de que ese pecado solamente sea original y no mortal.