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Matías Oberlin, figura del Ballet de Hamburgo, en Rosario

El santafesino habló del espectáculo que el miércoles lo trae a la ciudad como integrante de un equipo de grandes bailarines que triunfan en el país y el exterior

Las lógicas de la danza clásica, neoclásica y contemporánea se unen a través de Evolution, un espectáculo de nivel internacional que el miércoles desembarca en El Círculo. Corrido de algunas tradiciones y abrevando en otras, la propuesta sumará a la primera bailarina del Ballet de Hamburgo, Carolina Agüero; Thomas Bieszka, solista de la Ópera de Dresden; Florencia Chinellato y Matías Oberlin, bailarines de Ballet de Hamburgo, y Lucas Segovia, solista del Joffrey Balltet de Estados Unidos.

Referentes de la danza y el ballet a nivel internacional, a los referidos bailarines se sumarán las primeras figuras Paula Cassano, del Ballet del Teatro Colón; Julieta Paul del Teatro Argentino de La Plata, del Ballet del Sur, Carolina Basualdo y los bailarines de Los Ballets de Araiz, el grupo de danza del reconocido maestro Oscar Araiz, formado a comienzos de este año a partir de la disolución del Grupo de Danza de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

De este equipo artístico, que cuenta como maestro de baile y coordinador con el reconocido Mario Galizzi, se destaca el bailarín santafesino Matías Oberlin, oriundo de San Jerónimo Norte, becado hace algunos años en Alemania, y actualmente, con 22 años, convertido en una de las figuras del Ballet de Hamburgo.

“Este es un espectáculo en el que convive un poco de todo: desde la danza clásica, con un pasaje de El lago de los cisnes, y por ejemplo, vamos a estar haciendo dos Paux de Deux (paso de a dos): Adagietto, de nuestro coreógrafo John Neumeier, con música de Gustav Mahler, que voy a interpretar con mi compañera en el Ballet de Hamburgo Florencia Chinellato, como así también La dama de las camelias, el ballet completo, con música de Chopin, y también con coreografía de Neumeier. La idea es poder bailar coreografías de nuestra compañía que hacemos todos los años, y por eso elegimos estas dos piezas para poder mostrarlas en Rosario”, expresó el ascendente Matías Oberlin en relación con una gala que lo trae por primera vez a El Círculo, y en la que brillará la diversidad estética.

Bailarín del mundo

Respecto de un destino trazado para él, pero de cara a un semillero de grandes figuras que triunfan en los más grandes escenarios y que surgieron de la gran escuela para la danza que parece ser Argentina, Oberlin evaluó: “Es impresionante lo que pasa en todo el mundo, porque en cada lugar que voy, me encuentro con bailarines argentinos. En mi caso, fui becado por una fundación suiza para integrarme al Ballet de Hamburgo cuando tenía 15 años. Allí terminé la escuela, en tres años, y después me ofrecieron un contrato en la compañía. De este modo, en los últimos cuatro años, bailo en la compañía y durante este año me promovieron a solista; la verdad es que nunca podría haber soñado tanto”.

Sin duda la de este miércoles, tal como pasó recientemente en el porteño teatro Coliseo, será una velada en la que reinará el eclecticismo y el talento. Entre las coreografías se destacan el referido adagio de El lago de los cisnes por Carolina Agüero y Thomas Bieszka, e Invisible Grace, con música de Gurdjeff y coreografía de Yaroslav Ivanenko; el reconocido Lucas Segovia estrenará Vendetta con música de Hauschka y Elizabeth Bay, y coreografía de Annabelle López-Ochoa, y también bailará Percussion 4, de Bob Fosse, con música de Harrell. Además, tres primeras figuras argentinas realizaran la obra Las Euménides, con coreografía de Bernard Courtot de Bouteiller y música de Dead Can Dance. Se trata de Julieta Paul del Ballet del Teatro Argentino de La Plata, Paula Cassano del Ballet del Teatro Colón, y Carolina Basualdo del Ballet del Sur de Bahía Blanca. A su tiempo, el elenco de Los Ballet de Araiz hará dos obras con toda la compañía: Pulsos y Cante jondo.

Respecto de aquello que encuentran en bailarines y bailarinas formados en el país las principales compañías y coreógrafos del mundo, y huelgan los ejemplos, Oberlin analizó: “Hace ocho años que me fui y sigo mi carrera en Europa, pero en Argentina hay muy buenos maestros, y sobre todo, bailarines que tienen muchas ganas de bailar; los coreógrafos encuentran esa chispa de querer hacer las cosas y sobre todo, hacerlas bien, por eso somos tantos los argentinos que bailamos por el mundo”.

Dueño de un futuro que parece no tener techo, el joven bailarín recordó finalmente sus orígenes y su recorrido de grandes logros: “Lo principal en esta tarea es la constancia, el deseo y el apoyo de la familia; el talento juega mucho a favor, pero hay mucho trabajo, y es el trabajo lo que ve un coreógrafo para poder sumarte a una compañía en el exterior. Pero son muchos años de trabajo, se empieza desde muy chico, y es una carrera muy corta porque quizás a los 40 ya se piense en el retiro. Pero además, este trabajo implica darlo todo en el momento, porque uno no sabe lo que le puede pasar al día siguiente. Siempre tengo muy presente todo eso, sobre todo mis comienzos, junto a mi maestra Betty Sture, a los 12 años, en el Centro Cultural Provincial de la Ciudad Santa Fe, donde empecé a bailar clásico porque antes bailaba folclore en San Jerónimo Norte, que es de donde provengo, un pueblito de siete mil habitantes. Viajaba a Santa Fe tres veces por semana; fueron tres años hasta que surgió la oportunidad de irme a Alemania, pero nunca dejé de trabajar y de aprender”.

Para agendar:

Evolution se presentará el miércoles, en una única función a partir de las 21, en el teatro El Círculo, de Laprida y Mendoza

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