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Noche de terror y pánico en un country de Ibarlucea



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Cuatro hombres entraron a una casa de un barrio privado, golpearon a la familia y se llevaron dinero en efectivo.

robodentro

Una familia fue presa del pánico durante la madrugada de ayer, cuando cuatro delincuentes ingresaron a su vivienda del country del club Logaritmo, en la vecina localidad de Ibarlucea. A punta de pistola, maniataron y golpearon a las víctimas, y se llevaron dólares y dinero en efectivo.

Las primeras horas del sábado el terror y sobresalto asoló a Enrique J. y a su familia. La tranquilidad de su casa emplazada en el country del club de rugby Logaritmo, en la localidad de Ibarlucea, se quebró a mitad de la noche, cuando cuatro hombres armados irrumpieron en busca de una determinada y abultada suma de dinero. A punta de pistola, los intrusos maniataron y golpearon a Enrique, a su mujer, y a su hijo discapacitado. Antes de huir, simularon la ejecución del jefe de la familia, se llevaron dinero en efectivo –mucho menos del que buscaban– unas pocas joyas y, con todo ello, la paz familiar.

Enrique J. es un abogado de 51 años, quien junto su mujer Andrea, de 50, y sus tres hijos adolescentes vive hace diez años en el country del club de rugby Logaritmo. En diálogo con El Ciudadano, hizo referencia a la película La naranja mecánica para sintetizar con imágenes la escena de horror que protagonizó junto a su familia durante las primeras horas del sábado. De personalidad inquieta y de sueño liviano, alrededor de las 4 y media de la mañana el abogado se levantó de su cama porque sintió ruidos extraños. Cuando salió de la habitación, se topó con cuatro extraños, quienes estaban armados con revólveres y un palo que parecía ser el mango de un hacha. Los intrusos lo redujeron a golpes y culatazos al momento que empezaron a exigirle que les entregara una determinada y altísima suma de dinero, que Enrique no tenía. Su mujer Andrea intentó escapar por la ventana de la habitación, pero la retuvieron de los pelos y maniataron también.

Dos de los hijos del matrimonio, uno de ellos discapacitados, también fueron víctimas de la violenta escena. Si bien el joven minusválido no fue golpeado, los agresores lo tumbaron en la cama para atarle las manos. En tanto Victoria, la hija mayor, llegó en medio de la violenta escena y también fue reducida y maniatada.

“Fue una situación muy extraña, porque por momentos me trataban con respeto. Me decían doctor, tranquilícese. Y después me molieron a golpes, en la cabeza y en la espalda. No puedo entender por qué se ensañaron tanto. Sabían quién era yo, a qué me dedico, a qué se dedica mi mujer”, manifestó el abogado, a lo que agregó: “Me dijeron que hace ocho meses que me vienen haciendo trabajo de inteligencia”. Y, como si la violencia no hubiera sido suficiente, antes de irse y alzarse con 1.000 dólares y unas pocas joyas, los delincuentes simularon la ejecución del jefe de la familia. “Te vamos a dejar un regalo”, le dijeron mientras lo apuntaban y tapaban con almohadones. 

“Un enjambre jurídico”

Más allá del pánico y sobresalto que todavía perdura entre todos los miembros de la familia, Enrique hizo referencia al transfondo de este hecho en particular, relacionado con “la connivencia” entre el Estado provincial, un organismo sin fines de lucro y la Asociación de Rugby. “La Fiscalía del Estado permite que un organismo sin fines de lucro como es un club habilite este tipo de residencias, que son un verdadero enjambre jurídico, porque con la excusa de que tenemos seguridad privada acá no entra ninguna fuerza policial. Pero nuestra vigilancia es una persona que usa un caballo para recorrer 40 hectáreas. Antes éramos 20 casas, ahora son 200. Pagamos una fortuna en expensas, por un servicio que no se brinda” relató el abogado. Fuentes policiales dieron a conocer que también se registró otro hecho de robo en una vivienda lindera a la de Enrique, donde un matrimonio de 60 años vivió momentos de tensión y violencia similares y, además de reducir y golpear a las víctimas, los agresores se llevaron alrededor de diez mil pesos.

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